Alestorm – The Thunderfist Chronicles

Un naufragio cuidadosamente orquestado

Nos embisten con «Hyperion Omniriff», que, a modo de cañonazo de ciencia ficción pirata, nos alimenta con metales pesados y teclados que suenan como si el viejo Commodore 64 hubiese aprendido a hablar dothraki. Aquí o bailas o te hundes.

Con «Killed to Death by Piracy» los escoceses lanzan riffs de ancla oxidada y coros más coreables. La canción es una sátira consciente, que se debate entre el delirio y la denuncia sin perder la compostura fiestera. Luego llega «Banana», una pista inexplicablemente adictiva. «Frozen Piss 2» es el primer acto de una mini-ópera sobre deidades sumerias, meados congelados y secretos ocultos bajo las calles de Bournemouth. El groove glacial y las voces invitadas (como la de Shiori Sasaki) conjuran una atmósfera entre cómic pulp y rito chamánico en una taberna noruega.

En «The Storm» y «Mountains of the Deep», es donde se escucha claramente la estructura narrativa del disco. La banda no va tirando canciones por la borda sin sentido, van con un manuscrito de locura secuencial, donde cada tema es un capítulo del diario de un marinero con esquizofrenia poética.

El cover de Nekrogoblikon, «Goblins Ahoy!» es un ejercicio de desvarío divertido, me encanta. Imagínalo como un carnaval de gremlins en directo…

Cierran con «Mega-Supreme Treasure of the Eternal Thunderfist», diecisiete minutos de ópera pirata apoteósica. Heroicos coros, interludios sinfónicos, spoken word de ultratumba y la participación de Patty Gurdy y Sir Russell Allen alzan esta pieza a dimensiones que bordean lo sublime.

The Thunderfist Chronicles es una ópera burlesca que toma el metal como medio de deformación cultural. En su caos, en su vulgaridad ilustrada, hay una propuesta artística más radical de lo que parece: reírse de todo, incluso de uno mismo, mientras el barco se hunde… y además, brindar por ello.