
Discográfica:
Virgin Records
Fecha de edición:
29 de Junio de 1992
Componentes:
Hansi Kürsch – Voz, bajo
André Olbrich – Guitarra
Marcus Siepen – Guitarra
Thomas Stauch – Batería
Hace menos de tres años, Blind Guardian editaron The God Machine, su más reciente disco de estudio con material nuevo hasta el momento. Se trata de un gran disco, en mi opinión, y el comentario es relevante sólo por el hecho de que es el primer álbum de los alemanes que me interesa y me he molestado en escuchar con atención desde, digamos, Imaginations From The Other Side, de 1995.
Blind Guardian son mundialmente conocidos por ser un exitoso grupo de power metal con tendencias épicas y grandilocuentes, pero no siempre ha sido así. Esa etiqueta, power metal, no suele ser de mi agrado, no tanto por lo que yo considero que mayormente representa (algo con lo que no tengo problema), si no por haberse estirado hasta lo ridículo, abarcando desde los trabajos más agresivos de Helloween (en sus comienzos) o los propios Blind Guardian (limitándome aquí a la vertiente europea del género, normalmente algo más accesible que la americana), hasta una interminable lista de grupos completamente accesibles y empalagosos que, de alguna manera, entran en dicho concepto. Por resumir, no son ni parecidos grupos como, qué sé yo, Sacred Steel, o Rhapsody (o como sea que se llamen ahora), sólo por nombrar dos, y sin embargo comparten la anterior etiqueta. Por no hablar de la saturación que al respecto se produjo desde la segunda mitad de los noventa.
El caso es que los de Krefeld, tras cinco primeros discos casi perfectos, se han pasado más de veinte años practicando un estilo de heavy metal que, si bien está lejos de resultarme insoportable o encajar en el anterior extremo olvidable del power metal, no es para mí. Cierto es que fui injusto en su día con un disco tan meritorio (por muchos motivos) como Nightfall In Middle Earth (1998), el cual he ido valorando bastante más con el paso del tiempo, pero creo que es con The God Machine cuando han vuelto a, en buena medida, dejarse de tantos adornos y optar por un estilo más directo y agresivo, y más en la línea de aquellos cinco primeros trabajos. Y es que, aunque haya pasado mucho tiempo y sea difícil de digerir (si tenemos en cuenta el grupo que desde hace años ha reventado cualquier tipo de previsión en cuanto a un éxito a gran escala se refiere), Blind Guardian fueron en su día un grupo de speed metal sin ningún complejo a la hora de asociarse por momentos con el thrash, por mucho que también fuesen capaces de evolucionar e ir dejando pistas de lo que vendría después.
Somewhere Far Beyond (1992), su cuarto disco, es para mí el momento culminante de esa primera etapa más salvaje, reteniendo la velocidad y la barbarie de los tres primeros álbumes, pero con mejores canciones, y dejando caer algunos detalles épicos y progresivos (ya presentes también en Tales From The Twilight World, de 1990) que serían más que evidentes en el quinto y ya mencionado disco. Fue producido por Kalle Trapp y la portada, del habitual y muy conocido Andreas Marschall, conjura de manera brillante toda la parafernalia habitual del grupo, tan ligada al universo de Tolkien y de la literatura fantástica. Además, destacan las colaboraciones aquí y allá de Piet Sielck, líder de Iron Savior, y sobre todo del omnipresente Kai Hansen (por tercer disco consecutivo, que yo sepa), alguien muy importante para Blind Guardian en sus primeros años.
“Time, What Is Time?”, un tema que trata sobre la película Blade Runner (Ridley Scott, 1982), abre el álbum con un poco de todo: desde la inesperada y sublime introducción instrumental con guitarras clásicas hasta partes completamente frenéticas y veloces, pasando por algún momento más accesible, con presencia incluso de guitarras limpias y ciertos efectos. A destacar la furiosa guitarra rítmica bajo el primer solo (desde 2’40’’) y, como contraste, la más melódica y brutal sección intermedia del segundo (3’53’’) antes de que la velocidad vuelva.
Blind Guardian llevan las cosas un poco más allá con “Journey Through The Dark”, una de sus mejores canciones de siempre y una de las más violentas también. No hay prácticamente ningún tipo de descanso aquí y el estribillo es la felicidad absoluta, con Stauch (un batería de otra liga quien, por desgracia, hace muchos años que dejó el grupo, creo que por desavenencias en cuanto a la dirección musical del mismo) reventando sin piedad su kit. Y atención a 2’05’’, cuando Hansi y ambos guitarristas se unen para corear la frase I’m on my journey through the dark. Para emocionarse. La extensa sección solista (hasta donde yo sé, todo este tema es cosa de Olbrich) es también de las más logradas en toda la discografía que yo manejo del grupo. El tema se centra esta vez en el trabajo del escritor inglés Michael Moorcock (The Eternal Champion, 1970).
Los tres discos previos del grupo habían resultado casi perfectos y, en lo que a mí respecta, no hay en ellos ninguna canción de la que me apetezca pasar de largo. En éste, y de manera un poco contradictoria, hay algunas canciones tan buenas que no sólo superan a cualquiera de las de los discos anteriores (algo que también es aplicable, seguramente, a toda la discografía de Blind Guardian), pero a la vez es el único de los cinco primeros en el que encuentro momentos prescindibles. Estos empiezan con “Black Chamber”, una pequeña pieza con piano de menos de un minuto de duración, inspirada, creo yo, en lejanos momentos más barrocos de Queen, y que trata sobre el universo creado por el recientemente fallecido David Lynch en Twin Peaks, que podría pasar por un interludio decente de no ser porque la mayormente aburrida “Theatre Of Pain” viene después. No es que la aborrezca, ni mucho menos, y tiene algún momento destacable, pero este llena de efectos y detalles orquestales de los que el grupo abusaría en el futuro y la considero el momento más discreto de la primera y gloriosa etapa de la banda. Por seguir con la temática, la canción se basa en el libro The Merman’s Children (1979), de Poul Anderson.
A partir de aquí, el disco vuelve a escalar (y por momentos superar) hasta su nivel previo, empezando por “The Quest For Tanelorn” (que vuelve al universo de Moorcock), con su misteriosa introducción acústica y el brutal arranque que acontece a partir de los cincuenta segundos. El coro es demasiado épico para mi gusto, y hasta un poco empalagoso, pero no lo suficiente para desmejorar el resultado final, y además, la sección instrumental (que puede recordar a los antiguos Helloween por momentos, ya que aquí tiene lugar la participación de Hansen) se sale. Pero nada que ver con la brutal “Ashes To Ashes”, otro tema veloz en la línea de “Journey Through The Dark” en el cual el bajo de Hansi resulta más audible y tiene algo más de protagonismo. El estribillo te hace sentir como si la canción fuese una especie de ceremonia, y es que la frase principal (cenizas a las cenizas, polvo al polvo) es parte de los servicios funerarios de ciertos cultos. No es casualidad, ya que el cantante usa esta canción como una forma de tratar con la muerte de su padre (curiosamente, hay otro tema en The God Machine, “Let It Be No More”, que cumple la misma función respecto a su madre). Por si fuera poco, y a partir de muy cerca del tercer minuto, “Ashes To Ashes” no hace más que mejorar.
Turno para el par de temas cuyo título empieza por “The Bard’s Song”. La primera, “In The Forest”, es una pieza acústica (inspirada, por lo que se ve, en una saga de videojuegos llamada The Bard’s Tale) de carácter melancólico y bastante evocadora con respecto a la portada del disco. No tengo problema con ella y siempre me ha gustado, pero creo que se fue un poco de las manos todo lo relativo a este tema, hasta el punto de ser un momento álgido de los shows del grupo desde entonces, y seguro que en muchas ocasiones el único recuerdo a este disco, lo que resulta un tanto penoso, ya que casi cualquier canción del mismo es mejor que ésta. Empezando por su pareja, “The Hobbit”, un temazo que resume bastante bien la dedicación de Blind Guardian a la obra de Tolkien. En su primera mitad, más a medio tiempo, Olbrich brilla con un genial solo (con momentos que hasta me traen a Mike Oldfield a la cabeza) sobre los acordes abiertos de Siepen. La segunda todavía es mejor, cuando todo el grupo acelera por unos segundos y el tema termina con más guitarras acústicas.
“The Piper’s Calling” es una breve canción instrumental con gaitas (contiene partes de la marcha conocida como “The 79th’s Farewell To Gibraltar”, escrita por un tal John McDonald) de la que podría pasar perfectamente, un poco según lo ya comentado con respecto a “Black Chamber”, pero en este caso sí que me vale como interludio e introducción al tema título. Con permiso quizás de “Journey Through The Dark”, “Somewhere Far Bayond” no sólo es la mejor canción del disco, si no de toda la carrera del grupo. Una tormenta de speed / thrash de primer orden a la que no hará justicia nada que yo escriba sobre ella. Durante más de siete minutos, Olbrich y Siepen se arriesgan a una probable tendinitis con una impagable demostración de velocidad y técnica. Ambos ayudan a Hansi con unos más que logrados coros y el primero, además, llena la canción de pequeñas partes solistas. Me molan mucho las campanas del estribillo, los efectos e incluso un parón del tema en el que aparecen nuevamente las gaitas y que sólo sirve para que el grupo al completo vuelva con más fuerza. Todo, sin excepción. Pero nada como el medio minuto de exceso instrumental que transcurre entre 5’18’’ y 5’48’’ más o menos, con Olbrich haciendo gritar, casi literalmente, a su instrumento. Mención especial para Stauch, una vez más. Una auténtica apisonadora a los parches. Este tema está basado en la obra The Dark Tower, del famosísimo Stephen King.
El disco termina ahí, pero sucesivas ediciones trajeron demos y temas extras, entre los que se incluía una olvidable versión clásica de “Theatre Of Pain” (el peculiar álbum The Forgotten Tales, de 1996, contenía otra versión completamente clásica mucho mejor que ésta e incluso que la original), otra del tema “Spread Your Wings” de Queen (la original no me dice nada y ésta poco más), y sobre todo una brutal revisión de “Trial By Fire”, de Satan, que se las arreglaba para compensar ella sola las carencias de los demás extras.
Como curiosidad, comentar que pude ver al grupo en 2022 y tocaron este disco entero (entre otras cosas), con motivo del treinta aniversario del mismo, aunque creo que la energía de alguno de sus miembros no estuvo a la altura de semejante obra. Además, en 2024, volvieron a grabar Somewhere Far Beyond acompañando el título de la palabra Revisited, y por lo poco que he escuchado todo suena impecable a nivel técnico pero, como era de esperar, se echa en falta la energía y espontaneidad de aquella época. Pero por 1992 el grupo empezó a petarlo en otros mercados y además estaba cercano a tocar su primer gran techo con Imaginations From The Other Side. En lo que a mí respecta, nunca hasta ahora han estado tan bien como lo estuvieron entonces
Texto: Diego Torres Vicente
Temas:
Time, What Is Time?
Journey Through The Dark
Black Chamber
Theatre Of Pain
The Quest For Tanelorn
Ashes To Ashes
The Bard’s Song I (In The Forest)
The Bard’s Song II (The Hobbit)
The Piper’s Calling
Somewhere Far Beyond