“Douce Fange” es el nuevo disco de PENSÉES NOCTURNES. Este proyecto francés ideado por Léon Harcore a.k.a. Vaerohn acumula con este siete largos en su haber, y se ha vuelto más y más difícil de describir y clasificar con cada lanzamiento. La extravagancia y amplitud de su sonido, la fiereza de sus interpretaciones y un talento casi inigualable para encontrar el orden en el caos y darle sentido, dirección y propósito a la vorágine creativa del proyecto, han hecho que Pensées Nocturnes se hayan consolidado, especialmente con sus dos últimos lanzamientos, como una de las bandas más en boga de la escena avantgarde extrema.
“Douce Fange” puede interpretarse como un disco “hermano” del anterior “Grand Guignol Orchestra”. La estética escogida para el artwork es similar, los elementos musicales guardan cierta continuidad (muy lógica, como veremos más adelante) y ambos están profundamente arraigados en la historia y misticismo francés.
EL CONTEXTO DE DOUCE FANGE
Su anterior trabajo, claramente y como su propio título indica, estaba centrado en los espectáculos y el ambiente circense alrededor del Grand Guignol francés (que mantuvo sus puertas abiertas desde 1897 hasta 1967, aunque los espectáculos cambiaron drásticamente durante los años). Hoy en día se ha popularizado mucho el concepto de “teatro inmersivo” como referencia a un espectáculo o experiencia que involucra al público en su propio desarrollo. En sus comienzos, el Grand Guignol planteaba exactamente esto: una experiencia de espectáculos y atracciones naturalistas de los que el público podía llegar a ser una parte importante.
El Guignol ofrecía espectáculos muy gráficos en los que existían importantes componentes gore y sexuales, a veces a la vez, en una orgía de fetichismos extravagantes. El público se horrorizaba y excitaba a partes iguales, hasta tal punto que el teatro (construido en una antigua capilla) contaba con unos habitáculos bajo las gradas, con ventanucos al escenario, a los que el público podía acudir a desahogarse durante las actuaciones. Se cuenta que, en ocasiones, el jaleo era tal en aquellos cuartuchos que los actores llegaban a salirse del papel para llamar la atención y pedir silencio.
Esta orgía de lo grotesco queda perfectamente representada en “Grand Guignol Orchestra”, que utiliza arreglos orquestales, prominentes instrumentos de viento (desde la trompeta hasta el acordeón) e innumerables extractos de melodías y piezas características de la época, mezclados con salvajes arrebatos de un black metal técnico y abrasivo, para construir una atmósfera única, inconfundiblemente francesa y salvajemente desquiciada.
Mientras el Grand Guignol divertía a las masas, burgueses y plebe por igual, la sociedad estaba mucho más divida a todos los niveles. La conocida como “Belle Epoque”, de la que muchas veces se retratan las escenas burguesas en palacios y palacetes, los avances tecnológicos y un ambiente alegre y festivo, tenía una cara oscura y desagradable, con una sociedad empobrecida, sin acceso a necesidades básicas, profundamente estratificada y resentida. Y en ese contexto, sumergidos en las calles parisinas y en las profundas desigualdades, Penseès Nocturnes nos presentan “Douce Fange” (traducido al castellano como “dulce fango”).
El logo del grupo, acompañado en este disco con un “Depuis 1909”, nos posiciona en el contexto histórico, ayudándonos a comprender lo que Vaerohn y sus invitados intentan transmitirnos. Envuelta en un halo de belleza, sutileza, alegría y fanfarria, rodeada de avances intelectuales y científicos, se encuentra una realidad mucho más oscura, fea, maloliente y sangrienta. Y así nos lo presenta “Douce Fange”.
EL ARTWORK
Una parte importante en esa labor de contextualizar el disco y ayudarnos a sumergirnos en él recae en el cuidado artwork que nos presenta Camille Roudier a.k.a. Roy de Rat. Este es el cuarto disco consecutivo en el que el artista trabaja con Pensées Nocturnes, y no podía ser de otra manera. El disco presenta un artwork que sigue un diseño y una imagen similar a la de su predecesor, con la misma paleta cromática y el mismo estilo.
A “Douce Fange” nos da la bienvenida una imagen que resume bastante bien el contexto y espíritu de este lanzamiento: al fondo se distinguen las siluetas de la Torre Eiffel y el contorno de palacios. Es un fondo distante, que posiciona la escena principal lejos de las luces y comodidades burguesas, mostrándonos un gallo (símbolo de Francia y los franceses, cuyo origen como tal proviene de la antigua Galia) que brinda con una copa de vino tinto, otro tradicional símbolo francés, junto a un carnicero ensangrentado, rodeado de vísceras y cabezas de cerdo. Estas cabezas no son un detalle menor, ya que el disco se posiciona “desde 1909”, año en el que la guillotina fue reinstaurada como método oficial de ejecución, después de que la pena de muerte fuese abolida brevemente entre 1901 y 1908. Los cerdos eran la representación que, en su momento, se dieron a los reyes y nobles antes y durante la revolución francesa, por lo que la presencia de sus cabezas decapitadas es una referencia directa a este aparato.
Entre las cabezas y vísceras de cerdo, se observa una mano humana, y el carnicero sujeta una pieza de carne de la que sobresalen clavos. El pueblo era poco más que ganado en una sociedad empobrecida, en la que los índices de criminalidad mortal alcanzaban máximos históricos, la comida escaseaba para muchos, y el alcohol barato era el único consuelo de la mayoría.
Quienes os hagáis con la edición en vinilo de “Douce Fange” os encontraréis con una infinidad de detalles que cubren por completo el diseño gatefold de este lanzamiento. El artwork no solo imita a la perfección el estilo de los panfletos y anuncios de la época, sino que oculta también una gran cantidad de referencias sarcásticas a la escena black metalera internacional: una mina de easter eggs para los que quieran detenerse a analizarlos.
DOUCE FANGE: SU MÚSICA
Y finalmente llegamos al quid de la cuestión: el contenido musical de la nueva obra de Pensées Nocturnes. El disco comienza con “Viens tâter d’mon Carrousel”, un tema que ralla muy cerca de los cuatro minutos de duración y que comienza con una introducción narrada, dando paso poco a poco a un tema bastante desconcertante, que marida una melodía de corte bastante circense, recordando a su disco anterior, con un metal extremo agresivo y melancólico, con Vaerohn exhibiendo desde el primer momento su versatilidad vocal.
El segundo tema comienza con unas notas de bajo que dan entrada a un ambiente “vodevilesco” construido gracias a una instrumentación que raya en el free jazz, pero que encuentra sentido en su contexto, dibujando un camino oscuro, misterioso, violento y de lleno de sarcásticos contrastes, sobre los que de nuevo la voz de Vaerohn se adueña de la escena. Hacia los dos minutos nos sorprende una sección instrumental con un delicioso solo de saxo. Poco a poco aparecen los teclados y la guitarra, en una progresión pausada y melancólica que contrasta drásticamente con lo anterior, y con lo que le sigue: en un tempo más lento, pero con la misma energía, la instrumentación completa y la voz regresan a escena. Desde voces operísticas hasta agresivos guturales, “Quel Sale Bourreau” (que así se llama el tema), es una demostración de lo que Pensées Nocturnes son capaces de hacer. Sus siete minutos y medio son un ejemplo claro de la dirección en la que se desarrolla este trabajo: impredecible, en constante cambio, casi inabarcable. Salvaje y crudo, pero melancólico y lleno de contrastes.
“PN mais Costaud!” es el tercer corte de este redondo. Los arreglos y el viento vuelven a acompañar al grupo en un avance casi frenético, que de nuevo recupera melodías tradicionales del espectáculo francés, desde el Guignol hasta el cabaret, envolviendo un desgarrador llanto de metal extremo. Resulta muy complicado describir, y menos aún definir, de forma fidedigna el sonido de Pensées Nocturnes, que se expande en este disco desde el jazz hasta el black metal, tocando vertientes tan dispares como tango, death metal, opereta, folk, música de cámara… el abanico es inagotable. Este tema, incluso puede tener referencias a “la chanson” francesa de principios del siglo XX.
“Saignant et à Poings” recupera un ambiente circense más marcado, que evoluciona hacia un sonido muy característico de la musette. Entre las influencias estructurales que podemos encontrar en las composiciones de “Douce Fange”, no sobra mencionar las obras de compositores clásicos como Ravel o Debussy. Y en su vertiente metal: Arcturus o A Forest Of Stars podrían ser influencias bastante relevantes.
“Charmant Charnier” es un pequeño interludio de menos de dos minutos en los que la influencia del free jazz se hace notar por encima de todo lo demás. Una pequeña pieza que, pese a su desquiciado final, sirve casi como descanso antes de la vorágine que nos espera en “Le Tango Du Vieuloniste”. Como su nombre indica, este tema se construye sobre un tango. Es como si escucháramos el tango sonar en los palacios y las fiestas de la burguesía, pero por encima nos rodea el caos, la suciedad y la salvaje desesperación de la sociedad menos favorecida, que lucha por sobrevivir y deja aflorar su rabia en un grotesco, desestructurado y violento vórtice, mientras la burguesía baila. Es una de las piezas más extremas y difíciles de digerir y analizar del disco, desde mi punto de vista, y una muestra más de la genialidad de Pensées Nocturnes.
“Fin Défunt” da el pistoletazo de salida a la recta final del disco. El ante penúltimo tema de “Douce Fange” es posiblemente uno de mis favoritos. Su comienzo, con una introducción hablada, da paso a un tema con una gran carga metálica. Esto es avantgarde puro: no tiene sentido intentar mencionar todos los estilos que aparecen en esta composición: es un crisol musical en el que cualquier elemento imaginable puede aparecer al servicio de la canción. Líricamente, para los más duchos en francés, este es un tema bastante gráfico y sangriento. Si tuviera que elegir un tema de este disco para el que hacer un videoclip, sin duda sería este.
“La Semaine Sanglante” es un grito desgarrador contra la opresión policial y de la clase aburguesada sobre el pueblo llano. No obstante, “París rezuma miseria, hasta los felices están temblando”, como reza la letra. Musicalmente este es, posiblemente, el tema más netamente de black avantgarde, con menos caos y menos extravagancia (aunque sigue habiendo una dosis notable y, por qué negarlo, muy agradable). Tengo la impresión de que este tema se adentra en los años previos a la primera guerra mundial, ya muy cerca de 1914, representando un contexto más desnudo, más crudo, oscuro y falto de esperanza.
El disco llega a su fin con “Gnole, Torgnoles et Roubignoles”, que enlaza casi directamente con el anterior, comenzando con un tambor marcando una marcha bastante militar, sobre la que aparecen poco a poco distorsionados retazos de esa música circense, desembocando en una atmósfera oscura y opresiva, que vuelve a unificar todos los elementos que han dado forma a este disco. Lo hace, eso si, con un halo un tanto diferente, presentándonos una perspectiva más pesimista. El tema lo narra un personaje machista, maltratador, borracho y escatológico, que representa una vez más las muchas miserias de la sociedad francesa de la época, a veces oculta entre la luz y pompa de su lado más brillante. El final es abrupto y más desconcertante que gratificante, sin un gran clímax ni nada similar: un nuevo símil perfecto.
En resumen, “Douce Fange” es un disco salvaje, crudo y, a falta de una palabra mejor, un tanto delirante. Desde luego no es para todos los oídos, pero aquellos que busquen algo diferente, extremo y libre de cualquier atadura, y se atrevan a adentrarse en el intrincado universo sonoro de Pensées Nocturnes, encontraran en este disco una obra perturbadoramente cautivadora.