Crítica de «Zau» de Negura Bunget

Zau 1

 

“Zau” es el inesperado último disco de Negura Bunget, que nos traslada de nuevo al invierno de los Cárpatos. Y el invierno despierta algo primario en nosotros. De algún modo, todos conservamos una cierta herencia evolutiva que gana protagonismo con las largas noches y la caída de las temperaturas. De forma inconsciente nos sentimos menos motivados para salir al exterior y buscamos la calidez de los espacios interiores, y la seguridad del núcleo familiar, sintiéndonos menos inclinados a entablar nuevas relaciones con “extraños”. Cerramos nuestras puertas y ventanas, ocultándonos de los seres y sombras que acompañan a los fríos vientos invernales. Una ciudad cubierta por la nieve, con las nocturnas y desiertas calles sumergidas en la niebla, en la que solo es escuchan los lejanos ecos de un bosque que, en estas gélidas fechas, parece mucho más cercano de lo que creíamos. El aullido de un lobo tras dar caza a su presa, el vapor que brota de las heridas mortales de esta. El afilado roce de un viento tan frío que parece cortar como una cuchilla bien afilada.

Hay pocos estilos capaces de captar estas sensaciones de forma tan eficiente como el black metal atmosférico y folk. Hay algo en la forma en que se unen estos estilos en que parece servir como catalizador, trasportándonos de inmediato al más duro de los inviernos cuando se hace bien. Y pocas bandas lo han hecho nunca tan bien como Negura Bunget.

Hay veces en las que, siendo parte de un medio de comunicación y parte de una sociedad en la que vivimos en la vorágine de la inmediatez y la viralización fugaz de las redes, nos llega un disco y lo analizamos demasiado deprisa. Un disco que salió en noviembre no es “relevante” en febrero desde un punto de vista editorial. Sin embargo, hay discos que no pueden analizarse a la ligera. Incluso si uno es capaz de reconocer las cualidades de un trabajo en las primeras escuchas y dar una opinión bastante acertada de la generalidad del disco, hay trabajos que se merecen algo más. Se merecen que profundicemos en ellos, que los hagamos parte de nosotros, antes de decir nada. Uno de esos discos en “Zau”, el canto del cisne de Negura Bunget, con el que se cierra la trilogía iniciada por “Tau” y “Zi”, y que supone un adiós póstumo para Gabriel “Negru” Mafa, batería y principal fuerza compositiva del grupo.

 

Este lanzamiento iba a salir originalmente en 2018, lo que explica por qué Negru ya había completado una gran parte de las pistas de batería del disco antes de su fallecimiento en 2017, y que hubiera dejado muy avanzadas varias de las composiciones. Siempre quedará la duda de si estas pistas eran definitivas o hubiera añadido o modificado algo, pero lo cierto es que sus compañeros en la última etapa de la banda aprovecharon todo lo que dejó para terminar “Zau” y pode dar así un cierre a la trilogía, un proyecto que era muy especial para Negru y que merecía no quedar inconcluso.

El disco es muy posiblemente el más atmosférico de la carrera del grupo. La banda ha explotado mucho la vertiente folk de la banda, dándole un fuerte protagonismo, posiblemente debido a que las demos que tenían de los ensayos, así como las grabaciones de batería de Negru, no les permitían extenderse en exceso, ni de forma muy agresiva en las partes más black metal de las canciones. Sin embargo, el resultado es muy consecuente con lo que habíamos visto en los dos últimos discos del grupo, criticados por un sector de los fans precisamente por sus tintes crecientemente atmosféricos.

“Zau” da el pistoletazo de salida con “Brad”, una épica pieza de casi dieciséis minutos de duración, que comienza con Petricâ Ionutescu transportándonos al corazón de los bosques transilvanos con el sonido de su Nai, acompañado por unos susurros que nos crean la impresión de estar rodeados de espíritus, conduciéndonos hasta la entrada de la voz de Manuela Marchis, que vuelve a actuar como invitada en este disco al igual que lo hiciera en el anterior. El tema avanza, envolviéndonos de un manto de una luz fría y etérea generada por el sonido de los sintetizadores, la voz de Manuela y los arreglos. Y de pronto aparece la instrumentación completa, con un riff de guitarra que enlaza perfectamente con la línea de sinte, distorsionando la atmósfera, acompañado por la agresiva voz de Tibor Kati.

Se echa en falta un punto extra de velocidad y una presencia más marcada de las baterías, que en algunos momentos parecen demasiado relegadas a un segundo plano, pero de nuevo hay que pensar que es casi un milagro que la banda haya conseguido crear cincuenta minutos de música con el material del que disponían, respetando al cien por cien las grabaciones de Negru y manteniendo una total coherencia y respeto por la obra que estaba construyendo en esta trilogía Transilvana. Tras unos minutos más duros y metaleros, el tema vuelve a deslizarse hacia el folk atmosférico, dejando una sensación de vacío gélida desde la que nos atrapa una vez más la voz de Manuela, distorsionada con unos curiosos efectos de reverb, creando un efecto que por momentos puede llegar a recordar incluso a Enya. El final se ve sorprendido por la aparición de la guitarra, acompañando melancólica la melodía, llevándonos de nuevo a un pasaje más duro, que nos conduce al final del tema.

“Zau” es un disco que busca constantemente atraparte y sumergirte en las profundidades de su música. Quiere ser una experiencia lo más inmersiva posible, porque en ser capaz de trasladarte a lugares recónditos es dónde se encuentran sus mayores virtudes. Y si con “Brad” no había sido suficiente, el grupo vuelve a presentarnos una obra cautivadora y absorbente en “Iarba Fiarelor”, que comienza con Petricâ construyendo una interesante escena atmosférica con el uso del Tulnik, el Kaval y el Duduk, que parece recrear la vida invernal transilvana, sirviendo como introducción a un tema más netamente metálico y duro, en el que las guitarras tienen un protagonismo muy marcado, y la sucesión de riffs y las voces agresivas crean un muro sonoro que enmascara unas baterías algo escondidas, pero bastante variadas, considerando las circunstancias.

“Obrazar” vuelve a llevarnos al terreno folk con el Nai tomando protagonismo de nuevo, una vez más acompañado por los sintetizadores al igual que sucedía en “Brad”, pero esta vez la parte folk da entrada al metal mucho antes. Este es posiblemente el tema más oscuro y netamente metalero del disco, con algunas de las baterías y riffs más potentes construyendo un tema realmente potente y quizás el que más similitudes guarde con el anterior disco. Desde la fiereza de una intensísima sección instrumental, el tema se desnuda de nuevo sobre el sintetizador y la voz, desapareciendo en un fade que deja un escenario perfecto para el comienzo del siguiente corte del disco.

“Tinerete Fara Batranete” fue uno de los singles de «Zau». El tema vuelve a presentarse con los instrumentos tradicionaldes rumanos de Petricâ creando una atmósfera de misterio rodeada de un aura de tradicionalidad y naturaleza. Esta intro desaparece dejando paso inmediato a las guitarras, la voz y la batería, que se lanzan en un tema potente y oscuro, con toda la energía black metalera tradicional de Negura Bunget. La canción tiene varios cambios de tempo y estructura que le confieren cierto toque casi progresivo, y hacen que resulte constantemente sorprendente. Al igual que ocurría con el tema anterior, este es uno de los cortes más netamente black metaleros del disco, mostrando el lado más enérgico y oscuro de la banda.

Por último, “Zau” nos presenta “Toaca Din Cer”, que con sus más de once minutos y medio de duración nos advierte de que estamos ante una canción que tendrá muchos elementos y giros en su interior. El comienzo, construyendo una intro una percusión tradicional “in crescendo”, acompañada poco a poco por los vientos y el sintetizador, se desvanece finalmente dejando cómo ultimo retazo el lejano sonido de una campana, que parece tañir en alguna lejana iglesia. Sin previo aviso, el tema arranca con fuerza, presentando un sonido con influencias góticas e industriales sobre una base de black metal atmosférico.

El tema avanza variando en intensidad e incorporando nuevos elementos, manteniéndose siempre en terrenos puramente metaleros hasta casi la marca de los nueve minutos, en los que se diluye de nuevo en el folk atmosférico, que reaparece con el viento como protagonista, dando de nuevo entrada a la percusión, creando un ambiente muy tribal, que nos hace pensar en rituales chamánicos milenios atrás.

En resumen, “Zau” es una escucha muy agradable, que sin duda es un cierre mucho más que digno para la trilogía Transilvana de Negura Bunget, y un homenaje casi inmejorable a la figura de Gabriel “Negru”. Cualquier fan que disfrutar con los dos lanzamientos anteriores de la banda encontrará en este disco un trabajo con el que sentirse satisfecho, y si bien es muy posible que no sea el mejor disco de Negura Bunget, sin duda no desmerece en absoluto el legado del grupo.

Nuestra puntuación

Zau 2

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