Bandas: Disturbed – Daughtry – Nothing More
Lugar: Amerant Bank Arena de Sunrise – Florida – 18 de abril de 2025
Texto y fotos: Joel Barrios
Disturbed en Florida: humo, fuego, luces y una silla eléctrica
El regreso del nu-metal al centro del panorama cultural podría ser interpretado como una excursión nostálgica, impulsada por fans que ya han pasado los 40, o quizás un redescubrimiento curioso por parte de la Generación Z. Sea como sea, su resurgimiento es innegable. Gigantes del género como Korn, Limp Bizkit y Linkin Park – que dominaron la escena a finales de los 90 y principios de los 2000 – han vuelto a estar en primera línea, reuniendo multitudes y lanzando nueva música en plena segunda década de los 2000.

En este renacimiento, Disturbed ha encontrado la manera perfecta de celebrar el 25º aniversario de su álbum debut, The Sickness. En febrero arrancaron una gira conmemorativa, prometiendo una interpretación íntegra del disco en directo. El 18 de abril esa promesa se hizo realidad en el Amerant Bank Arena de Sunrise, Florida, ante un público entregado que llenó el recinto hasta la bandera.
La complicada tarea de abrir esta noche de viernes recayó en Nothing More, la banda tejana de metal alternativo que llegaba con el impulso de su disco de 2024, Carnal. Con un set de siete canciones, el cuarteto ofreció una actuación enérgica, precisa y con toques progresivos y complejidad rítmica. El vocalista Jonny Hawkins como de costumbre con su torso desnudo y con una puesta en escena tan potente como su voz, alternó notas melódicas con gritos viscerales mientras recorría el escenario exaltando al público presente.
El grupo mostró una mezcla de disciplina y pasión, subiendo el listón en temazos como “House On Sand” e “If It Doesn’t Hurt”, manteniéndose fieles a sus versiones de estudio. Tampoco faltaron los clásicos de su álbum homónimo de 2014, como “Jenny” y “This Is The Time (Ballast)”, este último con Hawkins caminando entre la multitud por una pasarela elevada. Pero el momento que selló esta breve pero intensa actuación fue una conmovedora interpretación de “Angel Song”, donde se unió a escena el mismísimo David Draiman, desatando la euforia total.

A eso de las 19:15, Chris Daughtry – exconcursante de American Idol y ahora icono del post-grunge – salió al escenario junto a su banda. No tardó en llenar el estadio con su potente voz, acompañado de un fondo musical igual de colosal. A pesar de no haber lanzado un álbum nuevo en cuatro años, la banda demostró estar en plena forma, con una formación sólida que incluyó a Brian Craddock (guitarra), Marty O’Brien (bajo), Elvio Fernandes (teclado) y el nuevo batería Anthony Ghazel.
El repertorio de Daughtry equilibró éxitos como “The Reckoning”, “World on Fire” y “Pieces” con material más reciente como “The Day I Die”, cargado de emoción. Uno de los momentos más íntimos de la noche llegó con “Home”, interpretada en solitario con guitarra acústica bajo un mar de luces de móviles. Sin embargo, la ovación más atronadora arribó con su ya clásica versión de “Separate Ways (Worlds Apart)” de Journey.
Pasadas las 20:30, el tono de la noche cambió drásticamente a uno mucho más teatral. Al abrirse el telón, Disturbed apareció en medio de una espesa niebla, con David Draiman siendo empujado en una camilla, vestido con uniforme de manicomio al estilo Hannibal Lecter. Liberado de sus ataduras y máscara, Draiman – vestido completamente de negro – no perdió el tiempo y arrancó con una versión demoledora de “Voices”, el tema que abre The Sickness. Mientras tanto, el bajista John Moyer agitaba sus rastas como látigos y el guitarrista Dan Donegan recorría el escenario con su guitarra inalámbrica, lanzando riffs que chocaban como yunques contra la batería atronadora de Mike Wengren.

Sin apenas pausas entre canciones, la banda enlazó un tema detrás de otros, solamente separados por sonidos de teclados inquietantes, y el incesante fluir de imágenes en la gigantesca pantalla que se alzaba al final del escenario. Interpretaciones como “Stupify”, “Want” (con la aparición sorpresa de los hijos de Draiman), “Down with the Sickness” o la versión de “Shout” de Tears for Fears – esta última enriquecida con un dueto con Elias Soriano de Nonpoint – sonaron fieles al estudio, pero con una producción visual que les dio nueva vida. Uno de los momentos más teatrales fue la simulación de la ejecución de Draiman en una silla eléctrica durante “Meaning of Life”, que incluso incluyó un fragmento del “Crazy Train” de Ozzy Osbourne.
Sólo con tocar The Sickness de principio a fin ya Disturbed habrían asegurado una noche memorable, pero aquello fue solo el primer acto. Tras una breve pausa, el telón se alzó de nuevo para revelar un espectáculo de luces aún más potente, con Draiman cambiando de vestuario para dar paso a una segunda parte repleta de clásicos. “I Will Not Break”, “Ten Thousand Fists” e “Indestructible” mantuvieron la energía por las nubes, pero el momento más especial fue cuando un fan llamado Erik subió al escenario para pedirle matrimonio a su novia Amanda, justo antes de una emotiva interpretación de “The Light”.
Disturbed remató su actuación de dos horas con plena fuerza, incluso su famosa versión de “The Sound of Silence” de Simon & Garfunkel estuvo acompañada de Wengren tocando timbales mientras Donegan tocaba un piano que simulaba estar quemándose. El broche final fue una explosión de fuegos artificiales durante “Inside The Fire”, dejando el escenario bañado en un mar de llamaradas. Fue el tipo de final que promete más, dejando claro que, aunque hayan pasado 25 años, esta historia está lejos de terminar – ni para esta gira, ni para lo que vendrá después.



