Quienes me conocen saben que no soy un gran amante de los tributos y que rehúyo de ellos siempre. Y sólo hay contadas excepciones a las que podría llegar a acercarme. Una es si el grupo que tributa hay buenos amigos o amigas tocando en sus filas, y la otra es que el tributo sea soberbio como lo son los Dios salve la Reina o Australian Pink Floyd, el caso que nos ocupa… Y lo hago porque tengo muchas ganas de Pink Floyd ya que me perdí el show de Roger Waters y que tengo un inmenso recuerdo de cuando les vi en el Razzmatazz años ha.

Recuerdo que en la segunda parte del show te tenías que poner unas gafas para ver un espectáculo tridimensional (al que había que poner mucha imaginación), pero el concierto fue impresionante, todo sea dicho. Y es que con más de 4 millones de entradas vendidas en todo el mundo y venerado por la crítica de grandes periódicos de referencia, The Australian Pink Floyd Show dio su primer concierto en Adelaida, Australia, en 1988. Desde entonces han actuado en más de 35 países y fueron invitados a la celebración del 50 aniversario de David Gilmour, que incluso subió al escenario junto a Rick Wright.