Bandas: Soulfly – Lecks Inc – Heleven
Lugar: Salamandra – Hospitalet de Llobregat – 27 de agosto de 2024
Promotor: Madness Live!
Texto y Fotos: Miquel Raga
La velada del martes será largamente recordada por los seguidores de Max Cavalera, su entorno, proyectos, ritos, tribus, conspiraciones y demás genialidades. La sala se fue llenando a medida que avanzaba las propuestas de los dos grupos de soporte hasta rozar casi el lleno.
El primero de ellos Heleven desde Granada. Un metal potente a ratos se me antojó lineal con pasajes muy progresivos bien ejecutados. Nos mostraron la calidad que tiene en la ejecución y ya un notorio recorrido por los escenarios. No entiendo por qué no están teniendo más repercusión en la escena metalera peninsular con ya varios trabajos editados
Justo arrancó algunos vítores del público con temas como “Killing My Perseus” o “Echoes of the Past” donde la voz de Higinio mudó de un gutural intenso a tintes más melódicos y melancólicos.
Reactivan a la multitud un poco apagada con “Wild from the Ashes”, un tema “un poco salvaje” según sus palabras. Se llevaron una buena retahíla de aplausos. Cierran con “New Horizons”, selfie con los asistentes y a las 19:40 fin de la actuación.
Los siguientes en saltar los franceses Lecks Inc que aún, en el momento de terminar esta crónica, estoy intentando entender cuál era realmente la propuesta o producto que nos querían mostrar. Ateniendo a los vídeos que había visto con anterioridad, nos iban a ofrecer un metal industrial con máscaras y caras pintadas.
Lo que, al menos yo, percibimos fue cinco integrantes en mayor o menor medida guiados a base de baqueta por un incansable baterista; dos guitarras por momentos descoordinadas en movimientos y sonidos; una bajista en un lateral, enfundada en traje de diabla dando un poco de base al todo junto con el baterista.
Por momentos parecía más una sesión techno que un bolo metal con infinidad de sonidos pregrabados. Como ejemplo, una presente voz gutural que se paseaba por los altavoces o unas voces limpias femeninas cuando la única, la bajista, no tenía micrófono.
La sala más de la mitad llena observando con cierta pasividad. Cierto es que el vínculo público – intérpretes, a medida que iba avanzando la propuesta, fue adquiriendo más intensidad, supongo que tras unos momentos de intentar entender aquello, sobre todo tras el buen efecto generado por los predecesores.
Llegaron las 20:35 y con un “Thank you” cerraron su incomprendida proposición lejana a lo que había percibido yo en escuchas anteriores de estudio. Me da la sensación que cuando estuvieron en el camerino, coincidieron en que no tuvieron su mejor velada.
Pues llegó el momento, escenario despejado, amplificadores gigantes cubiertos con mallas militares y la batería sobre una tarima en un punto más elevado sobre el resto. Listos para que a las 21:10 saltase la tribu Cavalera y nos brindase aquello que esperábamos.
Arrancaron con “Back to the Primitive” y en el segundo acorde la sala ya estaba patas arriba. Tanto era así que desde el escenario ya se pedía circle pit cuando “solo” íbamos por “Superstition” donde la sala ya estaba totalmente rendida a las órdenes de Max.
Se veían muchas camisetas de Sepultura, que a tenor de las declaraciones de Max donde “no le importa una mierda” que soltó en nuestra entrevista no le harán mucha gracia. ¿Quizá mejor guardarlas para 2026?
Para ser el último concierto de su paso por la península vi a una formación hiperentregada, activa y bien conectada. Con ganas de gustar a un público fácil de convencer. Buena contundencia en las guitarras y la atronadora voz Max de sobras conocida y presente de principio a fin.
Los temas se van encadenando de forma veloz y no estamos teniendo tiempo de asimilar lo que la tribu nos está ofreciendo. En un pestañeo nos han deleitado con “Tribe” y la de las guitarras cortantes e intransigentes, “Bring”.
Una gran pantalla Led los arropaba desde el fondo del escenario. Max enfundado con una chaqueta Hummel sin intención de quitársela pese al calor. A remarcar el buen estado de forma, pese a no ser un jovenzuelo, como muchos de los asistentes.
Max acostumbraba a ir haciendo cambios de formación, siendo él el único pivote fijo desde el nacimiento del proyecto por 1997, aunque desde hace un tiempo se hace acompañar de su hijo Zion a la batería, el incombustible Mike Leon en el bajo y Marc Rizzo, que en este caso sí que es más longevo dentro de Soulfly.
Para “Bleed” invitó a Richie, otros de sus hijos y a su vez líder de Incite, como parte de su tribe ayudando en los vocales y ofreciendo dosis de headbanging y saltos. Toda la sala le acompañó en ese desmelene y microvuelos.
Una hora de concierto y ya estamos llegando a los bises. ¡Esto se nos escapa de las manos y ya nos va entrando los nervios! Atronadora e hilarante “Boom” donde en este momento la batería se eleva sobre el resto de sonidos, para marcar un ritmo de infarto.
“Si queréis más Soulfly tenéis que gritar” arengó Max antes de desaparecer del escenario ¡No hizo falta insistir mucho! Un sonoro y homogéneo “oeoeoeoeoe” y regreso.
En su speech nos recordó lo que significa pertenecer a la tribu metal; una comunión y hábitos, a veces incomprendidos, como arrastrar sueño un miércoles al trabajo para los ajenos a esta tribu. Tras la presentación de la banda “Jumpdafuckup” y “Eye for an Eye”.
Una propuesta variopinta y por partes difíciles de entender como una temática conjunta entre los tres grupos donde, sin duda, era Soulfly el protagonista con dos bandas de soporte lejos todavía en reputación y aceptación.
Regresando a casa, conduciendo por la solitaria autopista, hago un ejercicio mental de asimilación del fugaz y trepidante concierto junto a lo gratificante del mismo.