Bandas: El Altar del Holocausto
Lugar: Bilborock – Bilbao – 10 de mayo de 2025
Promotor: Sky Bite
Texto: Txema Garay Fotos: Xabier Aresti
La noche del sábado no fue simplemente un concierto. El evento fue una celebración cargada de energía, tensión y vinculación. El Altar del Holocausto volvió a desplegar su música en un espacio siempre venerado, el mítico Bilborock, la antigua iglesia de la Merced de Bilbao. Un recinto ubicado en la zona vieja donde piedra, historia y acústica conspiraron para convertir el evento en una experiencia única y casi trascendental.
Desde el inicio, con una alargadísima introducción, se respiraba un ambiente expectante. La sala registró una gran entrada con mucha gente que se acercó con bastante tiempo de antelación al bolo. Sin embargo, poco después de comenzar, un hecho inesperado interrumpió brevemente la solemnidad y es que el batería Reaper Model abandonó momentáneamente el escenario, dejando en el aire un silencio denso. Regresó enseguida, sin que mediara explicación, y la liturgia continuó como si nada. Fue un paréntesis inesperado, que no logró romper el hechizo del momento.

El repertorio fue una travesía emocional. Con “Crvcis” y “El silencio de un gesto”, se estableció la tensión mística que define al grupo y atesora crescendos meditados, silencios elocuentes y un aire de ritual. “Resvrrectionem” y “Caridad” elevaron más aún la intensidad hasta alcanzar un estado de trance colectivo. La conexión con el público, lejos de ser unidireccional, se forjó bidireccional, como un hilo invisible que entrelaza a banda y audiencia en un mismo pulso. Ese vínculo silencioso es uno de los mayores logros del grupo, y condiciona su tremenda pujanza.
Skybite, Reverb Myles, Weasel Joe, y Reaper Model mantenían un ritmo frenético. Como prueba de ello incluso Reverb Miles se dio un paseo entre la concurrencia abriendo un fugaz pero intenso pogo. Durante su tremenda comparecencia no se perdieron la jarana cortes como “Amen” y “Osario” dos golpes de belleza densa, oscuridad conmovedora, que se antojan sensorialmente como letanías sonoras que parecían retumbar más allá de las paredes de la iglesia. Pero sería con “Lucas”, cuando el sosiego fue recuperado, antes de preparar contundentemente el terreno para una recta final vibrante.
Sin embargo, no todo fue contemplación. En los últimos temas, una bronca entre dos asistentes rompió bruscamente la atmósfera. Uno recriminó al otro su constante murmullo, pidiéndole en voz alta que se callara. Aunque la tensión se palpó y el incidente estuvo cerca de escalar, no pasó a mayores. Un contencioso, más anecdótico que grave, que sirvió como rápido recordatorio de que la experiencia de El Altar del Holocausto se disfruta con una intensidad que no admite distracciones.
En “Euforia y nostalgia” alcanzaron el cenith emocional del concierto, una mezcla de belleza melancólica y exultación serena. Le siguieron “El que es bueno es libre” y una mezcolanza que preparó la recta final, con los temas “Because evident is God’s wrath from heaven against all impiety and injustice of men, that they stop the truth with injustice” y “Love your enemies”, con las que pusieron el broche a la noche con un mensaje silencioso de serenidad.
La concurrencia, activa, exultante, y por momentos sobrecogidos, no fue mera espectadora y se alineó con la banda. Y es que El Altar del Holocausto no solo interpreta música en sí, la ejecuta, la canaliza, y la distribuye con una entrega que convierte cada concierto en una experiencia impresionante, estrecha y profundamente conmovedora.





