Nuestro sitio web utiliza cookies para mejorar y personalizar su experiencia y para mostrar anuncios (si los hubiera). Nuestro sitio web también puede incluir cookies de terceros como Google Adsense, Google Analytics, Youtube. Al utilizar el sitio web, usted acepta el uso de cookies.

Coroner – No More Color

Discográfica: 

Noise Records

 

Fecha de edición:

18 de Septiembre de 1989

 

Componentes:

Tommy T. Baron (Thomas Vetterli) – Guitarra
Marquis Marky (Markus Edelmann) – Batería
Ron Broder (Ron Royce) – Voz, Bajo

Los suizos Coroner son un grupo bastante peculiar. Por su particular visión musical y por una trayectoria bastante extraña. Con respecto a lo primero, Coroner se distinguen por su thrash metal vanguardista en tres discos iniciales para enmarcar (sobre todo el segundo y el tercero), como son R.I.P. (1987), Punishment For Decadence (1988) y este No More Color que nos ocupa, editado en 1989. Dicho estilo evolucionó hacia terrenos algo más simples y asequibles para un público más amplio en Mental Vortex (1991) y sobre todo en Grin (1993), aunque ninguno de los dos adjetivos previos sirve de ninguna manera para calificar a este grupo o a cualquiera de sus trabajos. Además, Coroner contaban con el as en la manga que suponía la presencia en sus filas de Thomas Vetterli, un guitarrista bastante por delante de la mayoría de sus contemporáneos en cuanto a competencia técnica. Un absoluto huracán de notas. Ambos detalles podrían ayudar a simplificar el asunto hablando de Coroner como una especie de respuesta europea a los canadienses Voivod, y en cierto sentido la comparación sirve, pero más por la original propuesta de ambos grupos que por el escaso parecido musical entre los dos o entre sus respectivos guitarristas (el añorado Piggy, en el caso de Voivod). Pero bueno, las dos bandas compartieron discográfica y productor en su día (Noise y el legendario Harris Johns) y sus respectivos baterías, Marquis Marky y Away respectivamente, eran (son) los encargados de lo relativo a las portadas, etc, de los discos, así que ahí queda el detalle.

En cuanto a lo segundo, este grupo es todavía más raro. Se puede hablar de esa temprana conexión con los también suizos Celtic Frost, de su primera encarnación sólo con Marky, junto a otros cuatro músicos, o de la pronta disolución de ésta (tras la demo Depth Of Hell, 1983) para que Coroner se convirtiesen poco después (ya con Vetterli y el bajista y cantante Ron Royce) en la entidad inalterable que durante muchos años fue. Pero más extraño aún es el hecho de que el antes nombrado Grin sea, a día de hoy, su último trabajo de estudio. No lo sería si el grupo se hubiese disuelto para siempre, claro está, pero lo curioso es que se separaron en 1996 (tras esos cinco discos y una formación inalterable), para volver a juntarse mucho después, en 2010, y desde entonces son ya casi quince años en activo, girando y existiendo como grupo, pero sin que un esperado sexto álbum de estudio acabe de materializarse. Durante los primeros cuatro años tras dicha reunión, la formación siguió siendo la misma, hasta que en 2014 otro músico suizo, Diego Rapacchietti, sustituyó a Marquis en la batería. Esto dejó a Coroner sin miembros originales, aunque Royce y Vetterli llevan en la banda desde mediados de los ochenta.

El combo de Zúrich ya había dado sobradas muestras de su capacidad con su debut, pero sobre todo con el impecable Punishment For Decadence, un logro difícil de superar que como poco lograron igualar con No More Color y su mezcla de agresión, técnica y multitud de cambios de tiempo. Este disco fue producido por Pete Hinton, y como detalle hay que decir que contó con nada menos que con el legendario Scott Burns a la hora de mezclarlo.

La portada, al igual que todas las demás del grupo (a excepción de R.I.P.), mostraba el logo de Coroner con los nombres de sus componentes, y volvía a contar con la participación de Marquis. En ella se puede ver una foto casi en blanco y negro (algo que quizás sea una referencia al título del trabajo) que muestra a un hombre con la cara entre las manos, en señal de desesperación. Esto es algo con una obvia relación con la depresión, uno de los temas habituales a encontrar en las letras del grupo, pero a lo que invita el arrollador inicio del tema inicial, “Die By My Hand”, no es precisamente a deprimirse. El bajo de Royce y la batería van aumentando de volumen mientras que Vetterli inicia su propia guerra con una cascada sónica que desemboca en un riff imprescindible a la hora de entender por qué nos gusta tanto este tipo de música. Toda una declaración de intenciones. Dicho riff aparecerá de nuevo tras el primer estribillo, pero además como preludio a casi cuarenta segundos de Vetterli en solitario en los que maltrata su instrumento como si le fuese la vida en ello. “No need to be human” es una canción más variada que la anterior y algo más larga, dentro de la brevedad del disco (ningún tema llega a los cinco minutos). Es sorprendente, en cualquier caso, que pasen tantas cosas en tan poco tiempo. El riff principal a medio tiempo es bastante original y alejado de la norma del género (esto y una distópica letra me hacen pensar que quizás las comparaciones con Voivod puedan ser más evidentes de lo que había pensado), en mi opinión, pero lo mejor son las distintas variantes que aparecen a partir de él, entre las que podemos encontrar cambios de velocidad, guitarras limpias y más virtuosismo a las seis cuerdas.

El principio de “Read My Scars” me recuerda a algo que no hubiese estado fuera de lugar en el famoso And Justice For All, de Metallica, del año anterior. Algo parecido al inicio de temas como “The Shortest Straw” o “Harvester Of Sorrow” y un riff principal más mundano, aunque igualmente genial. Coroner no tardan demasiado en alejarse de cualquier convención o parecido y además dejan para el recuerdo una sección instrumental a mitad de tema en la que hay casi de todo. “D.O.A.” es bastante insana, veloz y frenética, aunque el incesante golpeo de Marquis junto al extraño riff de guitarra en las partes cantadas dan la sensación de que cada músico fuese por su lado, pero sin perder jamás la cohesión que se presupone a músicos así. Lo que más me gusta de la canción son esos breves y furiosos segundos de galope que se suceden entre esas partes ya mencionadas.

La segunda cara comienza sin mucho miramiento con “Mistress Of Deception” y una dosis de thrash metal más al uso, más o menos en la línea de lo escuchado en el tema inicial o en “Read My Scars”. Como era de esperar, Vetterli encontrará la forma de hacer que todas las cabezas se giren en su dirección y no es difícil imaginarse a alguien como Jeff Waters, a punto de debutar con los pronto muy famosos Annihilator, prestando mucha atención a la labor de este fuera de serie. Por si el nivel técnico mostrado hasta el momento no fuese suficiente, Royce se empeña en hacer de Vetterli en el principio de “Tunnel Of Pain”, con un veloz riff replicado por el propio guitarrista y los bombos de Marquis. El bajista y cantante seguirá dejando buena muestra de su habilidad a las cuatro cuerdas y, aún a riesgo de resultar repetitivo, he de destacar una nueva y espectacular parte instrumental en la que la variedad de recursos y escenarios mostrados hacen difícil pensar que seguimos escuchando la misma canción.

“Why It Hurts” es más de lo mismo y, a la vez, totalmente distinto. Una segunda canción completamente distinta parece tener lugar durante una buena parte de la segunda mitad del tema, hasta que vuelven los elementos más reconocibles de la primera. Pero eso sí, nada que ver con la final y hábilmente titulada “Last Entertainment”, la canción más extraña del disco. Este tema da bastante protagonismo, durante buena parte del mismo, a unos inquietantes sintetizadores que son imitados por Vetterli, mientras que la voz (no me queda claro si en este caso sigue siendo la de Royce o se trata de Marquis) relata desde lejos, sin cantar, una especie de violento espectáculo. Muy curiosas, en este sentido, las últimas frases del disco: Charge yourself during scenes of dying. You will buy again, cause boredom creates hunger. Además de todo eso, pasajes más rápidos, guitarras limpias al final e incluso algún guiño a Black Sabbath. Tan raro como brillante.

Este disco se grabó en Berlín Occidental (Sky Trak Studio), como solía ser habitual con las producciones de Noise en los ochenta, aunque ya quedaban pocos meses para que el Muro cayese. Este acontecimiento lo celebrarían los propios Coroner tomando el escenario del Werner Seelenbinder Halle (Berlín Este), junto a sus colegas de sello Sabbat, Tankard y Kreator, el cuatro de Marzo de 1990, conformando los cuatro grupos el cartel de aquel mítico festival llamado Thrashing East. La historia europea y mundial cerraba un capítulo importante y Coroner empezaban los noventa pensando en seguir adelante con sus experimentos sónicos. Mental Vortex sería el siguiente paso. Saludos!

Texto: Diego Torres Vicente

Temas:

Die By My Hand
No Need To Be Human
Read My Scars
D.O.A.
Mistress Of Deception
Tunnel Of Pain
Why It Hurts
Last Entertainment

By Redacción Metal Hammer

Metal Hammer és una marca legendaria en toda Europa en cuanto a la difusión de la escena del hard rock y heavy metal. El primer número de la revista se editó en diciembre de 1987.

Artículos relacionados