
Discográfica:
Loma Vista Recordings
Fecha de edición:
25 de abril de 2025
Componentes:
Papa V Perpetua
Nameless Ghouls
En el oscuro y magnético teatro donde se representa el rock contemporáneo, Ghost ha sabido alzarse como una gloriosa anomalía. Skeletá, su sexto acto discográfico, continúa esta danza de contrastes meticulosamente orquestados.
No son la sutileza psicológica ni la introspección las cualidades que uno asociaría de inmediato con Ghost. Tobias Forge, junto a sus espectrales emisarios, ha cultivado una estética impía: una liturgia de lo teatral y lo retro, embadurnada en ironía blasfema y exuberancia sonora. Sin embargo, el enigmático arquitecto de esta maquinaria ha declarado sin ambages su deseo de que este sexto disco sea más íntimo que sus predecesores. Y es precisamente en la ejecución de esa audaz intención donde Skeletá encuentra su fuerza: en esa grieta abierta hacia lo personal, donde la máscara se resquebraja lo justo para dejar entrever el temblor humano que la sostiene. Así, Ghost nos entrega su obra más enigmática, un descenso elegante al abismo de uno mismo.
El nuevo trabajo no abandona su representativa teatralidad, pero la repliega con gesto sobrio, como un telón que cae suavemente para revelar no un escenario de ruinas imperiales ni pandemias apocalípticas, sino una topografía más reflexiva, más silenciosa. Esta vez, el campo de batalla es interior. Cada canción funciona como una estancia clausurada, donde Forge, bajo su nueva encarnación, el enigmático Papa V Perpetua, pronuncia monólogos que parecen secretos apenas susurrados al reflejo empañado de un espejo. No hay sermón para las masas, sino letanías privadas sobre una base de sintetizadores.
«Skeletá»
«Peacefield» inaugura el álbum con la contención solemne de un himno que se resiste a estallar. Nacido de un inquietante murmullo coral infantil, se inicia con lentitud hasta alcanzar un clímax que no desentonaría en la discografía de Survivor. «Lachryma» permite que la tristeza se instale con delicadeza, arrastrando consigo la gravedad de la adoración sabática. Es el primer gran momento del disco, donde la herencia metálica se funde con una atmósfera espectral. Su estructura me recuerda en parte a «The Thing That Should Not Be» de Metallica.
El sencillo principal, «Satanized», se desliza con un compás de vals profano, desplegando sus alas negras en una coreografía donde posesión y enamoramiento se confunden. Con un ritmo galopante y coros que evocan el costado más accesible de Meliora, la canción convierte la invasión demoníaca en una metáfora brillante y deliciosamente retorcida del deseo amoroso. Es uno de los pocos momentos en que Ghost coquetea abiertamente con el hard rock clásico. La experiencia interactiva que acompañó su lanzamiento, The Satanizer, nos hizo ser partícipes del hechizo de este tema.
Piezas como «Guiding Lights» y «Excelsis» operan como puntos de calma en el álbum. La primera es una balada luminosa en su melancolía, que no teme asomarse a lo sentimental. La segunda, «Excelsis», cierra el disco con una nota de reconciliación. Tiene algo del espíritu de Purple, pero no se enreda en estructuras complejas. Más bien, deja una sensación de cierre tranquilo, como si fuera una forma íntima de decirle adiós a todo lo que uno fue antes.
«De Profundis Borealis», «Cenotaph» y «Marks of the Evil One» forman el eje del disco. «De Profundis»… abre con una cadencia pianística que, al principio, se desliza suave y contenida, pero que gradualmente va mutando hacia un abismo helado y aterrador. Es fantástica, en este tema, Tobias canta con una intensidad que desarma. «Cenotaph», se mueve con una alegría fantasmagórica, como una danza macabra acompañada por pianos juguetones y un bajo que finalmente encuentra su espacio protagónico. Hay destellos de The Who, Europe, Bon Jovi, pero filtrado todo a través de un prisma lúgubre que nunca deja de recordarnos que estamos en el universo Ghost. «Marks of the Evil One» recoge esa atmósfera y la lleva hacia un territorio más etéreo, donde el teclado acompaña las melodías vocales con suavidad.
«Missilia Amori» y «Umbra» se presentan como ejercicios estilísticos que abrazan el pasado del rock con desparpajo. La primera parece un homenaje a «God of Thunder» de Kiss, mientras que la segunda navega por aguas más retro, entre cencerros, toms y teclados que rememoran a los Purple de los 70.
En Skeletá, Forge logra una conexión más auténtica con el espíritu de las grabaciones clásicas de los años setenta y ochenta, a través de una producción que, de manera natural, evoca el sonido de los grandes referentes del AOR, recuperando esa calidez y sensibilidad melódica de esos sonidos de su infancia, que no solo lo influenciaron, sino que ahora los ha integrado a su propia voz. Con esta nueva colección de canciones llega también la imponente figura de Papa V Perpetua, acompañado de sus inseparables Nameless Ghouls, ahora con alas de murciélago que parecen extenderse más allá del escenario.
Será fascinante ver cómo estas nuevas piezas se integran en el directo junto a un catálogo que ya está lleno de himnos. El nuevo disco deja claro que Ghost sigue en su juego de invocar, transgredir y sorprender, pero lo hace ahora con más sutileza.
Temas:
1.Peacefield
2.Lachryma
3.Satanized
4.Guiding Lights
5.De Profundis Borealis
6.Cenotaph
7.Missilia Amori
8.Marks Of The Evil One
9.Umbra
10.Excelsis