Discográfica:
Raw Power
Fecha de edición:
29 de febrero de 1996
Componentes:
Andi Deris – Voz
Markus Grosskopf – Bajo
Michael Weikath – Guitarra
Roland Grapow – Guitarra
Uli Kusch – Batería
“Master of the Rings” , “The Time of the Oath” y “Better tan Raw”: la trilogía perfecta, la mejor química, energía y unión que han tenido Helloween en su vida. Todo estaba tan perfectamente incrustado, cada miembro, cada técnica, cada canción… Que es innegable lo que muchos oídos no quieren escuchar y muchos ojos no quieren ver: Helloween en este momento alcanzó la cima en su discografía.
Y es verdad que siempre se habla de Helloween como que no existiese vida más allá de los “keeper”, que ambos discos fueron la cuna del Power Metal y que son irrepetibles. Todo esto es cierto, tampoco existe un halo de duda en ello, pero que la entrada de Deris supuso una nueva personalidad que hasta ahora nadie ha podido ha podido parecerse, tampoco genera debate. Y es que el sonido, las canciones y la voz tan personal de Andi, hacen de la resurrección de Helloween un caso único.
Todos conocemos la historia: Helloween destrozan tímpanos con “Walls Of Jericho” y después nos regalan las joyas de la corona con los “Keepers I y II”, alzándose como los absolutos reyes del género. Más tarde, las aguas se vuelven turbulentas y arrastran a Hansen, dejando el barco sin un capitán claro. “Pink Bubbles Go Ape” abre boquetes y “Chameleon” (a pesar de tener un temazo como “Giants”) acaba por hundir el barco. Kiske salta por la borda y lo que ocurrió con el pobre Ingo aún pesa en el corazón de más de uno/a. A la deriva, anclados en lo más profundo del océano, los tres tripulantes medio ahogados encontrarían a dos Poseidones que levitarían el barco alemán hasta la isla más paradisíaca.
La entrada del cantante de Pink Cream 69 y del batería ex – grumete de Kai Hansen en Gamma Ray, harían girar la aguja de la brújula, más al Norte de lo que jamás estuvieron. Andi Deris y Uli Kusch dotaron a la banda de la innovación, creatividad y unicidad. Porque cuando escuchas “Master Of The Rings” ni se parecía a nada, ni se le ha parecido nada desde entonces. Ahí radica la clave.
Es verdad que Uli Kusch no explotaría en la composición hasta “Better Than Raw”. Tampoco le haría falta porque su ingenio queda patente desde el segundo uno que lo escuchamos. Pero lo de Andi Deris fue entrar por la escotilla grande: autor o coautor de la mitad de las composiciones de los teutones. Con una voz inimitable (para gracia o desgracia de muchos/as), pero con unas ganas de ponerse a Helloween a su espalda como jamás se ha visto con un miembro no inicial. Las fuerzas que trajeron las nuevas incorporaciones tuvieron contagio en el resto, y harían recordar lo que antaño fueron a Weikath y Grosskopf. Por su parte, Grapow, tuvo que sentirse como el niño con zapatos nuevos que hasta entonces no estrenó.
“The Time of the Oath”
Si “Master of the Rings” fue el renacer, “The Time of the Oath” fue la confirmación de la altura conseguida. Desde el inicio con “We Burn” se entrevé la dureza en el sonido, afianzado por una producción muy característica en la que predominan los graves sobre los agudos y dotan al disco de esa rabia y garra que vislumbraba la calabaza en su primer redondo, pero con el segundo se materializó. Con un Markus omnipresente como él solo sabe hacer de entre todos los bajistas afincados en el estilo.
“Steel Tormentor” hacía hincapié en la típica canción de Weikath, rápida, power metalera y directa al grano, pero con esa dureza característica del nuevo estilo de los alemanes. Tras ella “Wake Up The Mountain” con una base rítmica apretando el compacto con dureza, y es que la dupla Uli – Marcus funcionaba como si los dos tuviesen la misma mente. “Power”, el primer single del disco, es otra declaración de Weikath. Las composiciones de Michael, a estas alturas, son fácilmente reconocibles. Uno de los detalles que diferencian a Helloween del resto, son los solos completamente tarareables de Grapow y Weikath, distanciándose de los solos de mil notas que muchos grupos abanderan en el estilo, sin personalidad clara y perfectamente olvidables.
“Forever and One” es la primera balada del disco, triste y melancólica, fomenta contraste con la estupenda “Before the War”. Una canción extremadamente veloz, heavy y llena de “mala baba”. Otra vez Deris, erigiéndose como un compositor excepcional. “A Million to One” nos devuelve el ritmo pausado, bastante épico, en la mitad del disco para oxigenarlo, dando paso a la macarra “Anything my Mama don’t Like” con claras influencias rockeras que como vemos en las caras B de esta época, siempre han estado presentes en Helloween. Después de la “poca” seriedad, se nos ofrecen las dos canciones más “serias” del disco: “Kings will be Kings” y “Mission Motherland”, la más larga y probablemente la mejor canción de este “The Time of the Oath”. Con un inicio brutal y melódico, y un riff principal desgarrador, nos sumerge en una atmósfera deliciosa con un estribillo y unos coros sensacionales. La parte media de la canción merece otro punto: de una marcada tradición Thrash pasamos a un juego guitarras acompañadas por un Uli Kusch que deja patente su marca imborrable. La parte doom y la paz con la que volvemos a escuchar a Deris es una maravilla. Esa subida para elevarnos de nuevo al riff principal eriza el pelo. La segunda balada “If I Knew” puede parecer excesiva, pero visualizándolo de manera global, totalmente necesaria para dar paso a la oscura “The Time of the Oath”, obra de Grapow que pone punto y final a un disco mítico.
Conclusión
Como en todas las críticas, el gusto y la experiencia sentida por cada persona con cada disco es tan variada como colores existen. Por ello, ninguna crítica puede ser objetiva, pero creo sinceramente que “The Time of the Oath” es la obra culmen de las calabazas. A este disco siempre le perseguirá la sombra de los “Keeper” para considerarlo de tal manera, pero pienso que si los fans más acérrimos (entre los que me incluyo) abrimos la mente y somos capaces de ver más allá de lo que supuso Helloween en los 80, con el objetivo de visualizar y empatizar con las composiciones de la trilogía citada en la introducción, estoy seguro de que, si bien no se le coloca delante, juega en el mismo nivel de la escalera teutona.
Un disco imprescindible, pero, sobre todo: único.
Texto: Samuel Arnaiz
Temas:
1.We Burn
2.Steel Tormentor
3.Wake Up The Mountain
4.Power
5.Forever And One (Neverland)
6.Before The War
7.A Million To One
8.Anything My Mama Don’t Like
9.Kings Will Be Kings
10.Mission Motherland
11.If I Knew
12.The Time Of The Oath