
Discográfica:
Columbia Records
Fecha de edición:
4 de enero de 1984
Componentes:
Rob Halford, voz
Glenn Tipton, guitarra
K.K. Downing, guitarra
Ian Hill, bajo
Dave Holland, batería
Judas Priest es una banda británica de Heavy Metal que se formó en Birmingham, Inglaterra, en 1969. Su alineación inicial estuvo liderada por el vocalista Al Atkins; por ello la prensa nombró esa primera etapa como Al Atkins’ Judas Priest. Más tarde, a mediados de 1970, Atkins se unió a K.K. Downing, Ian Hill y John Ellis, provenientes del grupo Freight, que se considera como la primera alineación oficial del grupo. Pero no sería hasta que entró en el grupo Rob Halford, en sustitución de Atkins, cuando se produjo la formación más exitosa del grupo.
Con Halford ya a la voz grabaron su primer álbum, “Rocka Rolla”. Tras varios bateristas que pasaron brevemente por la banda, en 1980 se une de manera estable Dave Holland, con quien graban su súper exitoso disco “British Steel”, catapultando al grupo a la fama a nivel planetario.
Tras un largo paréntesis sin su vocalista protagonista en el que la banda graba un par de discos de estudio con el vocalista Tim “Ripper” Owen, Halford regresa en 2004 y continúa en ella hasta el día de hoy. Actualmente, Judas Priest está formado por Scott Travis en la batería, Glenn Tipton y Richie Faulkner en las guitarras, al bajo Ian Hill y a la voz Rob Halford.
Hablamos de una auténtica maravilla de los 80, “Defenders of the Faith”.
Si un alien recién llegado me preguntase: “¿Qué es eso que llaman Heavy Metal?”, le pondría el “Defenders”, y el alien me diría: “Entiendo”. Este álbum epitomiza el más puro Heavy Metal que existe. Si los Judas son el grupo más heavy del planeta, “Defenders of the Faith” es el disco de Heavy Metal más genuino de los Priest.
“Defenders of the Faith”
Todo empieza con “Freewheel Burning”, una declaración de intenciones que inmediatamente deja claro de qué va todo esto. Rápida y furiosa, refleja la increíble calidad de una voz en sus años más dorados, y en la que también se sale el genio Glenn Tipton, el cual en este caso monopoliza el fabuloso solo de guitarra. Curiosamente, aunque amo el metal más puro y auténtico, el Heavy Metal “sin apellidos”, y por lo tanto es inevitable que Priest sea mi grupo favorito, confieso que empecé con Iron Maiden. Hubo un tiempo en que para mí no podía haber nada mejor que los Maiden Hasta que escuché el solo de “Jawbreaker” (curiosamente ejecutado por el “segundón” K.K. Downing.) En ese momento, aunque no me lo podía creer, tuve que rendirme a lo que de repente me resultó evidente: los Judas eran aún mejores que mis adorados Maiden (opinión personal y polémica, lo sé, pero es lo que hay.)
Estamos ante un disco muy variado y sin desperdicio, aunque destaca también “Love Bites” (¡y en esta además se oye el bajo!). El tema tiene innumerables cambios, y va in crescendo hasta alcanzar una especie de orgasmo musical acorde con la temática de la canción. Los mencionados cambios y la progresión de este tema nos recuerdan de nuevo que estamos ante una banda genial que no duda en experimentar y evolucionar, no como muchos otros grupos.
Me está costando no extenderme demasiado, pero es que hay que hacer mención especial a un súper temazo que no entiendo por qué ha pasado casi desapercibido por ahí: el fantástico medio-tiempo “Rock Hard Ride Free”. Apenas lo han tocado en directo; ¡qué injusticia! Nunca olvidaré la primera vez que escuché el solo de guitarra que sigue a la intro; es de estas partes que te emocionan y te llegan al alma. Pero no olvidemos que una de las cosas que más y mejor caracterizan a Judas son los impresionantes duelos de guitarras, lo cual nos lleva a “Eat Me Alive”. Escuchad por favor (las veces que haga falta) el frenético “combate” que protagoniza lo que debería haberse mantenido como un binomio indisoluble, el inigualable dúo Tipton-Downing. Qué pena de amargo “divorcio” tras tantas genialidades conjuntas… Menos mal que, como digo con frecuencia, el todo Judas Priest es mucho más que la suma de sus partes.
Cuando me hice con este tesoro metálico tan solo tenía 16 años, y recuerdo que tras escucharlo varias veces, le dije a mi hermano mayor: “Germanín, ¡falta una canción!”. Con mi falta de experiencia (y mi súper básico inglés), no me percaté de que las dos últimas pistas están fusionadas. “Heavy Duty” nos recuerda que el heavy poderoso no tiene por qué ser rápido. De hecho, ¿por qué tantos grupos se empeñan en acelerar el tempo de sus temas en directo? ¡Sacrilegio! Se pierde la contundencia, como la que sí que tiene la apisonadora “Heavy Duty”. Y aquí el álbum acaba gritando el título de disco, diciendo algo parecido a ¡Larga vida a los Defensores de la Fé del Metal!
Texto: Augusto Martínez
Temas:
1.Freewheel Burning
2.Jawbreaker
3.Rock Hard, Ride Free
4.The Sentinel
5.Love Bites
6.Eat Me Alive
7.Some Heads Are Gonna Roll
8.Night Comes Down
9.Heavy Duty
10.Defenders of the Faith