Banda: Jethro Tull
Lugar: Palau de la Música Catalana (Barcelona) – 7 de mayo de 2025
Promotor: Banco Meliodanum 26è Festival Mil.leni (Concert Studios)
Fotos: Oficiales
Texto: Òscar Saro
Soy de la opinión que los músicos que han dejado una huella relevante en la historia del rock tienen licencia para alargar sus caminos tanto como quieran, especialmente si todavía tienen muchas cosas a explicar. Nosotros, simples melómanos que durante tanto tiempo nos hemos alimentado de sus obras inmortales, tenemos toda la libertad del mundo para opinar y para incluso mostrar nuestra disconformidad si los pasos actuales ya no nos agradan tanto, si la voz ya no llega tan arriba, si el guitarra de toda la vida ya no está o si el tipo ya no tiene pelo. Pero, al fin y al cabo, nuestra voz apenas es un susurro ante el brillo eterno de las estrellas que moldearon el firmamento del rock.

Esta fue mi reflexión cuando el 7 de marzo empecé a dar luz a esta crónica en mi cabeza, tomando unas cervezas alrededor del Palau de la Música Catalana, momentos antes de volver a ver en directo a Jethro Tull. El Café Central de Via Laietana estaba lleno de “tullianos” e incluso uno de ellos sacó una flauta travesera para tocar unas notas reconocibles que inspiran el avanzar de una locomotora a vapor. En el aire se respiraba expectación y fue allí que me di cuenta de que esa sería una noche más especial de lo que inicialmente me había esperado.
Sinceramente no creo que a Ian Anderson nuestras opiniones le puedan influir mucho. A principios de año tuvimos la oportunidad de entrevistarlo junto a mi compañero Quico Gras y nos reveló que no le importa lo más mínimo las redes sociales, que hace un montón de años que no escucha música ajena y que, sobre todo, todavía se siente un rumiante curioso para componer nueva música, tal como expresa el título de su reciente trabajo, Curious Ruminant, publicado el pasado 7 de marzo, justo dos meses antes de poder verlo en Barcelona. En la revista de mayo podéis leer la entrevista completa.
Como no va a tener crédito Mr. Ian Anderson para hacer lo que el cuerpo le pida, si ha sido uno de los demiurgos más brillantes del rock progresivo. Si ha creado una música preciosa y tan propia, entrelazando la melancolía del folk, con la fuerza del rock y el guiño barroco de la flauta travesera. Si todavía le estimula y emociona crear música (así lo explicó en la entrevista). Y, sobre todo, si todavía continúa siendo una especie de trovador expresivo y brillante en su manera de tocar en directo.

Así lo volvimos a ver encima del escenario del Palau de la Música. Con esa manera de tocar la flauta, única y visceral, respirando con fuerza, gruñendo, soplando y entrecortando el aire como si el instrumento fuera una extensión de si mismo. O con ese estilo único y brillante de tocar la guitarra “parlour” con una técnica rítmica y narrativa tan especial. Sin toda la energía de cuando era un músico joven, melenudo y con aspecto de pordiosero, pero con toda la experiencia de su presencia activa en los escenarios en siete décadas diferentes. Porqué esta es exactamente la gira que se traía entre manos: “Seven Decades World Tour”.
La banda que lo acompañó en el escenario del Palau y con la que han grabado Curious Ruminant está formada por John O’Hara a los teclados, David Goodier al bajo, Scott Hammond a la batería y Jack Clark a la guitarra. Los cuatro se mostraron impecables en su trabajo en directo, destacando especialmente la guitarra de Clark, que sonó muy clara y directa.
Antes de empezar, un mensaje grabado nos anunció que no podríamos hacer fotos ni vídeos en todo el concierto porqué “Los músicos deben concentrarse en tocar melodías muy complejas”. Una segunda grabación del propio Anderson nos solicitó lo mismo en una tono más english polite, proponiéndonos el trato de poder sacar los móviles en la última canción.
Gran primera parte del concierto: Desde el folk blues de los inicios, pasando por el reciente «Curious Ruminant» y desembocando en un glorioso «Bourrée».
Tal como nos anticipó en la entrevista, el concierto empezó por el principio de la historia, con tres canciones rescatadas de su primer trabajo de estudio, This Was (1968): “Beggar’s Farm” abrió el hielo, acompañada de un vídeo de un caminar por una ciudad dibujada y una iluminación sugerente que marcaría la pauta de toda la noche. Para “Some Day the Sun Won’t Shine for You” Anderson tomó la armónica y dedicó la canción a los dos músicos de blues Sonny Terry y Brownie McGhee, que fueron una fuerte influencia en esos inicios acústicos y de blues de la banda. Y el tercer tema primerizo fue “A Song for Jeffrey”, donde Anderson alternó flauta y armónica, y en la que vimos un vídeo de los músicos actuales de la banda combinadas con imágenes antiguas del cantante.

Continuaron con una versión abreviada de uno de los títulos más gloriosos y complejos de la banda, “Thick as a Brick“. Musicalmente sonó a un nivel excelente, aunque he decir que escucharla recortada da un poco de pena, porque es una de esas canciones largas que los seguidores nos conocemos nota a nota.
Para la preciosa “Mother Goose” Anderson tomó la guitarra y O’Hara y Clark se encargaron de las reconocibles flautas iniciales. Entrando en la parte eléctrica de la canción, vimos variaciones interesantes sobre el tema original a cargo del bajo y la batería.
Siguieron con “Songs from the Wood” que es otro de los temas monumentales de su historia. El tema original tiene una fuerza vocal gloriosa a la que les costó mucho acercarse y eso provoca un cierto desasosiego. Goodier se encargó de cantar parte de la letra y musicalmente sí que se apreció un desarrollo brillante.
“Weathercok” es otro tema bonito que tiene todo el ADN de los mejores Jethro Tull. Para ella usaron un vídeo que mostró siluetas de veletas metálicas de gallos y el paso del tiempo. Musicalmente sonó preciosa, bien conjuntada y respiró toda la esencia de los mejores momentos de la banda.

“The Navigators” es un tema más nuevo, escrito en el 2023 para el trabajo RökFlöte. Quizás por ser material más reciente, sonó muy fluida y bien ejecutada. En la pantalla vimos imágenes de un barco abriéndose paso en un mar agitado. La misma sensación me provocó el tema que da nombre a su nuevo trabajo “Curious Ruminant” para la que mostraron el vídeo animado oficial. Sonó perfectamente encajada, bonita e incluso la voz me pareció menos forzada. Ambos temas seguidos fueron un claro ejemplo de que Ian Anderson continúa escribiendo música muy interesante.
Y para finalizar el primer pase, una monumental “Bourrée in E minor” nos llevó al intermedio con la piel de gallina. Inspirada en un fragmento de una suite de J.S. Bach, la escribieron en 1969 para el segundo trabajo de la banda, Stand Up. En esta ocasión la introdujeron con una variación inicial más rápida para transitar al tema original, con solo de bajo incluido.
Los técnicos de sonido tuvieron a bien de pincharnos canciones de Marillion y Genesis durante el intermedio, en el que, comentando con amigos y conocidos, pude comprobar que la satisfacción general predominaba.
Segunda parte para mantener alto el listón: Desde «My God», viajando por Jerusalen, Budapest y Bristol y llegando a la histórica «Aqualung»

Un día antes de que en el Vaticano se viera la fumata blanca, en el Palau de la Música se abría la segunda parte del concierto con esa crítica mordaz a la religión organizada que es “My God”. El tema fue empezado únicamente con teclado y flauta y en el vídeo vimos interiores y exteriores de iglesias y catedrales. Anderson alargó el final respirando fuerte en su flauta y con una especie de broma final, simulando que con el último golpe de aire se pellizcaba allí donde duele.
Continuaron con “The Zealot Gene”, tema que da nombre a su antepenúltimo trabajo (2022) y con el que vimos el vídeo animado oficial de la canción, de un estilo surrealista. Musicalmente la canción sonó espectacular, en la tendencia de las canciones más actuales.
Para presentar la pieza «The Donkey and the Drum», Anderson nos explicó que está inspirada en un pub de Bristol y así aprovechó para presentar a los miembros de la banda, que son todos originarios de esa ciudad inglesa salvo Clark que es de Manchester. Una pieza instrumental que sonó maravillosa.

Siguieron con «Over Jerusalem», que fue el segundo tema de la noche que forma parte de su trabajo reciente. La acompañaron con el video publicado hace tan solo unas semanas y la canción sonó estructurada y precisa.
Y siguiendo el viaje, pasamos a «Budapest», que es un bonito tema de diez minutos que publicaron en el álbum Crest of a Kanve.(2005) Acompañado de unas vistas sugerentes de la ciudad iluminada, la canción sonó espectacular y vimos a Anderson alternar flauta y guitarra. Únicamente he estado una vez en la capital de Hungría y me vinieron ganas de volver a visitarla.
“Aquadiddley” es una pieza instrumental interpretada en vivo por Jethro Tull desde mediados de los años 90. No forma parte de ningún álbum de estudio oficial, pero ha sido incluida en numerosos conciertos como una introducción extendida y atmosférica a la icónica canción “Aqualung”, canción dio nombre a su cuarto álbum de estudio (1971). La primera pieza, instrumental, sirvió para preparar el terreno emocional y dinámico hacia la segunda, momento cumbre en la historia de la banda. En la pantalla imágenes de vagabundos como reflejo incómodo de la sociedad que prefiere ignorar a quienes caen fuera del sistema y en la música, una canción mil veces escuchada que disfrutamos con alegría dejando al lado el nivel vocal de Anderson.
Encore y conclusión final
Y, tal como se había pactado, para el momento final de la noche se levantaron todos los móviles para inmortalizar una «Locomotive Breath» que empezaron en una introducción instrumental sin Anderson, y que acabaron al ritmo de locomotora y con todo el simbolismo de una letra que dice:
“And the train it won’t stop going — no way to slow down…”
Una buena síntesis del paso del tiempo, la persistencia de la banda y de su líder, y las dificultades para frenar una trayectoria tan poderosa.
En el majestuoso escenario modernista del Palau de la Música Catalana, Jethro Tull no ofreció simplemente un concierto, sino un viaje por siete décadas de música que desafía el tiempo, los géneros y las convenciones. Fueron dos horas muy entretenidas que nos volvieron a hacer vibrar con esa música que forma parte de la historia del rock y con temas nuevos que me parecieron muy interesantes y presentados con un sonido una ejecución excelente. Me quedo con muchos momentos de magia y borraré de mi memoria algún pasaje de voz forzada que simplemente nos hizo sufrir un poquito.