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Reincidentes: La música como herramienta de lucha contra el “Peligro”

Con más de cuatro décadas de trayectoria, Reincidentes siguen siendo una de las voces más combativas y coherentes del rock estatal. Coincidiendo con la publicación de su nuevo trabajo, Peligro, charlamos con Barea, guitarrista y miembro fundador de la banda, sobre censura, generaciones, giras, y esa forma tan suya de entender la música como herramienta de transformación.
Texto: Rodrigo Trascasa

Buenas tardes Barea. Lo primero que me gustaría hacer es darte la enhorabuena por el nuevo disco Peligro. Ese título suena como advertencia. ¿Es un grito de alarma de lo que está pasando últimamente? ¿Una declaración de intenciones? ¿Qué nos trae ese Peligro?

Barea: Bueno, si nos fijamos en lo que dice la Dirección General de Tráfico, Peligro es un triángulo que no es sólo una advertencia, como tú dices. Es una señal que significa que , aparte de alertar de un posible peligro, comunica algo que ya está ocurriendo. No es una advertencia de futuro ni una visión catastrófica, es una realidad palpable. Está pasando y lo estamos viendo. Estamos viviendo una degradación de los derechos de la ciudadanía. Resulta que quienes realmente rigen el mundo son los mercados, que manejan las políticas sociales, y además vemos cómo están influyendo en las instituciones y poniendo en peligro derechos que tanto costó conseguir, como el estado de bienestar.

Sois una banda que nunca ha tenido miedo de señalar con el dedo, ¿En este disco a quién le dais las mayores hostias?

Bueno, realmente el disco toca varios temas. Hablamos por ejemplo de la inmigración, que es una vergüenza cómo se está gestionando. Nosotros hemos sido un país de emigrantes, del que nuestros padres y abuelos tuvieron que salir en busca de oportunidades, y ahora parece que la inmigración que llega aquí es tratada como un «sobrante». Cuando en realidad, lo que hace es enriquecer el país, crear tejido productivo.

A nivel de sonido, ¿habéis dado algún paso más? Porque si no recuerdo mal, éste es el primer disco de estudio desde 2017, ¿puede ser?

Bueno, realmente el último disco que sacamos fue, el año pasado, Los hijos de la calle, un proyecto que estuvo marcado por la pandemia. En ese tiempo hicimos colaboraciones y versiones con otros colegas y artistas. Pero en paralelo, hemos estado componiendo material propio. Así que sí, teníamos ganas de hacer un disco con temas nuevos. Y en cuanto al sonido, como guitarrista me lo he pasado pipa. Hemos buscado sonidos nuevos, probando por ejemplo con amplificadores diferentes, hemos experimentado con todo tipo de efectos y matices. Queríamos que el disco fuera divertido para nosotros y con un punto diferente a los anteriores.

REINCIDENTES «Rebelión»

Habéis lanzado como adelanto el tema «Rebelión», pero ayer estuve escuchando el disco y también me gustó mucho «Jinete sin cabeza». ¿Cuál puede ser tu tema favorito del disco?

Es difícil elegir un favorito, porque cada canción tiene su historia, su proceso, su toque especial. Pero sí, «Jinete sin cabeza» es un tema muy trabajado. Buscamos un sonido diferente, empezando con guitarras muy limpias y cálidas, algo más melódico, pero luego con un subidón potente. Somos un grupo de punk rock, pero también nos gusta jugar con otros estilos.

Hablando del punk rock, vosotros lleváis años en la trinchera a un nivel muy alto y no bajáis el ritmo, mientras que otras bandas han reducido la actividad. ¿Qué os mantiene en pie después de tantos años?

Sobre todo, la ilusión y la amistad. Somos un grupo de amigos a los que nos encanta hacer música, estar en la carretera, transmitir ilusiones, compartir nuestras inquietudes, tanto emocionales como reivindicativas. Vivimos tiempos en los que es más necesario que nunca dar un paso al frente. Hay muchas amenazas a derechos conquistados: laborales, sociales, sanitarios, de la mujer, etc… y, ellos, los “okupas” de la riqueza, los que manejan el poder, intentan arrebatarlos. Nosotros seguimos aquí porque creemos que la música sigue siendo una herramienta de lucha.

En los 80 y 90, el punk rock no solo era un estilo musical, sino un movimiento social, un grito de guerra. ¿Crees que las nuevas generaciones siguen viendo la música con esa conciencia reivindicativa?

Las manifestaciones culturales y musicales cambian con el tiempo. Antes había una forma de expresión más directa, ahora los medios son distintos. Pero creo que la esencia sigue ahí. Hay cambios en las formas, en los géneros, pero la rebeldía sigue existiendo. También es cierto que hay una apatía social preocupante, una especie de alienación.

Precisamente sobre eso, antes teníamos menos acceso a música, pero había más diversidad. En los 90, en una clase del instituto veías a uno con la camiseta de Pantera, otro con la de La Polla Records, otro con Nirvana… Ahora, con más acceso a todo, parece que hay más uniformidad. ¿A qué crees que se debe?

Es una gran pregunta. Antes no teníamos tanta información global, pero había más variedad en las tribus musicales. Tú ahora puedes lanzar un video y que llegue desde Japón hasta Alaska. Y sin embargo antiguamente yo recuerdo que por ejemplo para conseguir un disco censurado, quizás entraba por la base militar de Rota. En definitiva era más difícil que obtuvimos información de lo que estaba ocurriendo en el resto del mundo.

Ahora puedes escuchar lo que quieras en cualquier momento, en el sentido de que existe una gran diversidad de consumismo de ideas. Nos hemos abierto a las redes pero estamos cayendo en ellas en el sentido literal. Las redes sociales y las plataformas de streaming nos dan acceso a todo, pero están controladas por cuatro. Los mismos multimillonarios que manejan el mundo son los que deciden qué es lo que llega a la gente. Así que, aunque parece que hay más diversidad, en realidad estamos más atrapados que nunca.

¿Aún sentís que, después de todos estos años, hay censura para las bandas como vosotros, que no se muerden la lengua? ¿Más o menos que en los 80 o 90?

La censura siempre está ahí y siempre ha estado. Dicen que no existe, pero sigue presente. Evidentemente antes era más “oficial”, y ahora es más sutil, más subliminal, pero sigue existiendo. Todo lo que moleste siempre va a estar en el punto de mira.

Quizá los años más duros fueron los de las cancelaciones de Soziedad Alkoholika, a finales de los 2000. Hubo mucha más polémica en ese momento.

Ahora parece que está todo más tranquilo, pero lo que hay es un adormecimiento social. La sociedad está metida en una especie de burbuja cultural, encapsulada. Tarde o temprano, eso tendrá que reventar por algún lado.
Nosotros empezamos a tocar instrumentos por el 81, así que crecimos en esa realidad, de buscar otra perspectiva, de ilusiones y de futuro. Ahora vemos una sociedad más adormecida, enfocada en llegar a fin de mes y poco más. Aun así, hay muchísima cultura, muchas bandas y expresiones culturales de todo tipo, no solo en el rock o el heavy, sino en general.

¿Qué bandas os parecen más interesantes dentro del rock combativo, tanto en el Estado como fuera?

Hay muchas bandas empujando fuerte, y eso es lo importante. Es fundamental que haya nuevas generaciones que recojan el testigo. Pero si me preguntas por un nombre concreto, ahora mismo no sabría decirte uno en especial.

En Metal Hammer notamos que el público de los conciertos de heavy metal rara vez baja de los 40 años, salvo los que van con sus padres. Algunas bandas de punk-rock sí que han conseguido conectar con las nuevas generaciones, pero en vuestro caso, el público parece ser más de la vieja escuela. ¿Qué relación tenéis con el público joven?

En nuestros conciertos puedes ver hasta tres generaciones: gente de 60, de 40 y de 20. Aunque empezamos en los 80, no estamos anclados exclusivamente a esa generación. Nuestro público abarca desde los 50 hasta los 15 años, y esperamos que eso siga así..

¿Cuáles son vuestros planes inmediatos? ¿Vais a hacer una gira de presentación de «Peligro»? ¿Habéis cambiado el setlist habitual?

Sí, vamos a hacer 14 fechas por todo el Estado en Marzo y Abril, desde Madrid, Galicia, Cataluña, etc.… En el setlist mantenemos los clásicos que no pueden faltar, pero también metemos temas nuevos y algunas canciones que hace tiempo que no tocamos. Al final, tenemos 19 discos y unos 300 temas, así que hay que elegir bien. Lo importante es que la gente lo pase bien y que nosotros también disfrutemos tocando.

¿Seguís sintiendo la misma adrenalina antes de salir a tocar o hay noches en las que pensáis «buff, otra vez lo mismo»?

La adrenalina sigue intacta. Es la experiencia más bonita del mundo. Evidentemente hay días en los que tienes más o menos energía, como cualquiera. Hay veces que pero el deseo de tocar en directo nunca desaparece. Es como hacer el amor.

¿Y ha cambiado la manera de hacer giras en estos 40 años?

Básicamente, no. Siguen siendo las mismas pruebas de sonido, el mismo equipo técnico… Puede que haya avanzado algún tema técnico, pero la esencia de un bolo sigue siendo la misma.

Habéis tocado en muchísimos festivales. ¿Preferís tocar en festivales o en salas?

Ambas cosas tienen su encanto. En una sala pequeña, con unas 600 personas, sabes que todos han ido específicamente a verte, y la conexión es muy directa. En un festival, como el Viña Rock con 80.000 personas, el concepto es otro, pero también es muy especial. Son experiencias distintas, pero igual de bonitas.

De todos los conciertos que habéis dado, ¿cuál ha sido el más especial o el que más os ha sorprendido?

Es difícil elegir uno entre 1.800 conciertos. Tocamos en Cuba en el 92 y fue muy emotivo. La primera vez en Argentina también fue una pasada. O la sensación de tocar en un garito de mala muerte en México con tres tíos de seguridad armados con Kalashnikov. Nos preguntábamos: «¿Pero dónde nos vamos a meter?». Pero son vivencias que te llevas para siempre.

REINCIDENTES «¡Peligro!» (Álbum completo)

Las bandas de punk rock y las de heavy siempre han estado muy hermanadas en la carretera. Siempre hay festivales con bandas que son medio rock, medio heavy, que no sabes bien dónde está la línea que separa un estilo del otro. ¿Qué relación habéis tenido con bandas de metal a lo largo de vuestra carrera?

Pues mira, el heavy en general es una comunidad muy hermanada. Siempre hemos tenido esa conexión. Cada grupo tiene su historia y su público, pero al final hay una sensación de hermandad. Se tiende a diferenciar entre estilos, pero en el circuito hay una convivencia muy natural entre todos.

¿Ha cambiado tu manera de entender la música con los años? ¿Sigues escuchando lo mismo o te has abierto a nuevas propuestas?

La forma de entender la música sigue siendo la misma. Siempre he pensado que somos emisores de una idea y el público es el receptor. Utilizamos la música y las canciones como herramienta para comunicar lo que sentimos. Así ha sido siempre y sigue siendo igual hoy en día.

Si pudieras darle un consejo al Barea de hace 40 años, ¿cuál sería?

La verdad, estoy muy contento con el camino que he recorrido. Le diría que hiciera exactamente lo mismo.

Y de cara al futuro, ¿qué planes tenéis? ¿Nuevo disco en 2026 o más centrados en los directos?

Ahora estamos presentando Peligro, pero ya tenemos muchas ideas en el cajón para el futuro. Hay temas grabados y proyectos interesantes que iremos desvelando con el tiempo. Nos encanta lo que hacemos y vamos a seguir adelante.

Un mensaje final para los fans, tanto los de siempre como los nuevos, para que escuchen «Peligro» y vayan a los conciertos.

Que disfruten del disco tanto como nosotros lo hemos hecho al crearlo. Es una advertencia, un «peligro» porque no estamos quietos ni con los brazos cruzados. Nos vemos en los conciertos.

By Redacción Metal Hammer

Metal Hammer és una marca legendaria en toda Europa en cuanto a la difusión de la escena del hard rock y heavy metal. El primer número de la revista se editó en diciembre de 1987.

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