Bandas: Lendakaris Muertos + Ultimatum
Lugar: Sala Santana, Bilbao – 9 de Marzo de 2024
Promotor: Panda Artist Management
Fotos: Xabi
Texto: Txema Garay
Los navarros arribaban a Bilbao, inmersos en su exitosa gira conmemorativa de sus veinte años de andadura y lo hacían con un nuevo plástico titulado ‘Mucho asco (casi) todo’, bajo el brazo. Un álbum que combate con incisivas reflexiones a la podredumbre política y social que nos acecha por todos los ángulos.
A sabiendas de que la semana pasada lo habían petado en Barcelona, acudimos a la sala Santana con ganas de cruzarnos con el ambiente de las grandes ocasiones.
En esa misma línea, el personal acompañó la convocatoria, cuadrando una entrada abrumante.
Quedaba por tanto de esta manera contrastado el enorme tirón del que goza la banda en la actualidad.
Como entremés, y aún ante una parte muy reducida de la afición, desfilaron por las tablas los también navarros Ultimatum, un combo mítico de la escena que aprovechó para caldear el ambiente con un punk trillado de la vieja escuela. Durante un buen rato, revisaron sus clásicos con pujanza mientras la sala se iba apretando en espera de los anfitriones.
A la hora estipulada y con la impresionante energía que les caracteriza Lendakaris Muertos irrumpieron en escena con “Lejia Conejo” flanqueados por una afición que al igual que la banda entreveraba juventud con veteranía.
En esa tónica, al más puro estilo ramoniano y prácticamente sin parones, empalmaban clásicos básicos como “Estamos en esto por las drogas”, o “El último txakurra” dejando entrever que dispondríamos de pocos instantes para tomarnos un respiro. Como novedad la banda comparecía con cinco miembros sobre las tablas y presumía del retorno del viejo camarada Asier Aguirre.
Su primer gran himno llegó de la mano de “Fuimos Ikastoleros” que cuajó infranqueable en las distancias cortas y puso por primera vez el recinto patas arriba.
Una fiesta que se extendería literalmente con la ejecución de un supremo “Pasau de Rosca” donde no rebajaron la intensidad ni un ápice.
Su voceras Aitor agitó el cotarro de lo lindo, mientras enredaba de un lado para otro y espoleaba a la concurrencia con continuas interacciones con el micrófono.
Entre tanto, continuaron con la obligada revisión de la actualidad geopolítica mediante el peliagudo tema “Cómeme la franja de Gaza” del que no comentaron nada, pero que posicionaba igualmente sobre la mesa uno de los capítulos más sórdidos de este siglo, y sobre el que mucha gente mira de reojo, como quien ve llover.
Sin tiempo que perder, concatenaron varios clásicos impepinables como, “Detector de Gilipolleces” un cachivache totalmente necesario en estos tiempos, que subió dos niveles el listón y al que se sumó algún tema flamante de la nueva hornada como “Todos mis enemigos se llaman Cayetano”, que cuajaba sin fisuras dentro del repertorio.
Los mosh pits se sucedían en la fiesta allí montada, mientras los navarros continuarían dejándose la piel con otro nuevo repaso que entremezclaba otros de sus temas más granados con destacadas de su nuevo trabajo.
De esa guisa desfilarían cortes como “Cerveza sin Alcohol”, “Se dice Taitanic”, “Gaupasa o Spiz” o “Veteranos de la Kale Borroka” con pasamontañas incluido y respaldada por toda la chavalada.
Incluso se acordaron en “Pablo Echenique” del ínclito político, con un fastuoso homenaje a su perro que tanto ha dado que hablar. Inmersos en esa atmósfera apabullante siguieron a toda pastilla repasando su catálogo con temas como “Drogopropulsado”, o “Gora España” donde apelaron al sentimiento de la roja, con el bueno de Aitor enfundándose una camiseta en medio de un pogo gigante.
La jarana continuaba y no tardaron mucho en alcanzar su nuevo himno “Sanchista y Jujano” donde se deshacen en elogios hacia Mr President, y con la que redondearon el repaso a su nueva obra.
Cuando nos quisimos dar cuenta, encaraban la recta final con el ritmo vertiginoso previo y rescatando como colofón pepinos de la talla de “ETA deja alguna discoteca”, la coreada “Modo Dios”, la jaranera “Modo Diosa” y la fulgurante “Oso Panda” que mantuvieron a toda la tropa desgañitándose en los aledaños para echar la persiana a otra noche memorable.
Los navarros siempre sobrados de actitud, agitaron sin contemplaciones el recinto de nuevo para celebrar su aniversario y certificar otra impresionante noche de altos galones.
