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Metal Gótico Finlandés: “Un viaje a las entrañas de la melancolía”

El tratado internacional

Recién estrenada la década de los noventa, en diversas regiones del globo terráqueo el movimiento accesible del heavy metal y hard rock (los más rentables a nivel comercial) o iban perdiendo adeptos o dejaban camuflados en “stand by” a los más altruistas, forzando incluso a que bandas insignes de la marca transmutaran para calar por entre la sucesión generacional de potenciales seguidores. No es ningún secreto que la música extrema, de público altamente leal, mantenía el tipo con su ínfimo impacto mercantil, así como es innegable que ya había iniciado desde mediados de los cegadores años ochenta una escalada pertinaz, tanto creativa como recreativamente, que acaparó, hasta su triunfo merecido, la atención de aquellos curiosos hastiados de la ingenuidad por la que se les intentó hacer transitar. El thrash, el death o el doom desde suburbios umbríos y con horizontes más transgresores se erigieron como nuevos bastiones en defensa de un imperio que, tras haber desproporcionado su línea temporal, necesitaba deshacerse del anuncio congénito de su muerte prematura. Y es que desde el alumbramiento del estruendoso dinosaurio llamado rock y metal, tanto se alargó la sombra de su influjo que la magnitud de su poder y responsabilidad, aun independientemente de la inquebrantable fe de los tenaces, sí es cierto que cargaba con la condena de la incertidumbre alrededor de una perpetuidad en entredicho, óbice para que, basándose cada cual en sus acepciones de código y dado que la pureza de raza resultaba ser una rara avis, flamantes géneros nacidos del apareamiento ingenioso de músicos inquietos cobraban forma, casi desde la clandestinidad, en el “underground” más absoluto. Linajes impíos quizás para los inamovibles, pero, como se ha comprobado a posteriori, tan urgentes como pertinentes, razón por la cual seguimos reunidos en aquelarre alrededor de esta fogata mística que nos congrega con cada lanzamiento de nuestra particularidad.

El “nu metal” desde Estados Unidos colonizó gran parte de cada continente con su incesante amalgama de visceralidad y de poca ortodoxia a la hora de emparentar con guitarras casi cada movimiento callejero ajeno al estricto dogma metalero (hip-hop, electrónica, música latina, hardcore…). La resistencia más académica se mantuvo en
Centroeuropa con los mandobles épicos de los que se engalanaba el power metal, pero por otro lado y a pesar de las connotaciones más próximas a la tradición, en Suecia se creaba escuela de estela extensiva hasta el presente con el denominado sonido Gotemburgo: death metal melódico o melodeath, un hijo bastardo del heavy metal de pulcras melodías instrumentales y el death metal de voces grotescas no aptas para todas las almas. En Noruega la misantropía, el alzamiento del sentimiento de la cultura vikinga, el culto a sus raíces politeístas ancestrales y la aversión hacia el cristianismo entregó armas paganas al black metal para que, a través del Inner Circle, se aterrorizara al conservadurismo bien pensante y se obtuviera una notoriedad incluso nociva.

Finlandia se abre al mundo

Tras esta exposición general hemos de centrar nuestra atención en Finlandia, una de las puntas del tridente nórdico y que, tras haber postulado sus inicios en un énfasis death metalero, se abría para todo el mundo con un registro identificativo que celebraba la innovación oscurantista de Paradise Lost, de My Dying Bride, de Moonspell, de Type O Negative y similares alumnos aventajados para sumar una nueva categoría denominada metal gótico. Tomando prestadas las auras nostálgicas del doom, el filo de las melodías heavies e incluso los recursos más acerados del hard y añadiendo una profunda desazón en las voces agónicas y distantes de sus gélidas presiones, dieron forma a un género menos alejado del convencionalismo en su tratado. Si bien es cierto que con el tiempo sus costumbres se convirtieron en más sensacionalistas, sus inicios están plagados de clásicos atemporales que colmaron las ansias de aquellos desprotegidos militantes del batallón más clásico del heavy y, a largo plazo templaron sus estructuras para competir con la nueva sensación actual del modern hard rock, alcanzando un estado de popularidad nada desdeñable entre una juventud sumida en la melancolía con amplitud de miras expuestas a repoblar una región envejecida.

Las bandas responsables

Quizás la primera banda impulsora del movimiento fueron los inquietos The 69 Eyes que se perfilaban como unos apesadumbrados rockeros de semblante sleazy, de vibración garaje a la MC5, The Dictators o The Stoogies y constante peregrinaje hacia el dark rock de los de Pete Steele. Célebres a día de hoy por su longevidad y el balance correcto de unas corrientes y otras, el vocalista Jyrki 69 puede presumir de ser leyenda y único miembro constante e icónico en el presente, habiendo editado un magistral último disco en 2023 llamado Death Of Darkness tras una apasionante carrera de contrastes enriquecedores.

Otros de los primarios fueron los originalmente concebidos para el death metal Sentenced quienes en el año 1995, a regañadientes, decidían expandir su sonido decelerando su técnica y agresividad en la justa medida con Amok, precursor del paulatino viraje al que sometieron a sus obras correlativas tales como Down o Frozen de los años 1996 y 1998 respectivamente, habiendo premeditado el ingreso del vocalista Ville Laihiala para obtener una amplitud de oportunidades que supieron aprovechar. Con Crimson en el año 2000 coronaron su mutación que se extendió hasta los célebres The Cold White Light de 2002 y su testamento, por la muerte de su guitarrista y mentor Miika Tenkula en 2009, tras haber anunciado su disolución con The Funeral Album de 2005. Nada quedaba de sus primeras incursiones en la música y su adaptación de rasgado metálico inundado de una tristeza abrumadora con estribillos abiertos, ornamentada con las tonadas folclóricas de su emplazamiento les hizo ganarse un estatus de culto.

Posiblemente la banda más desarrollada en este concepto de oscuridad amansada en sus primeros pasos fueron los seminales HIM o H.I.M. según atendamos a His Infernal Majesty. Formados en 1991 por el multi instrumentista y compositor Ville Valo, de imagen provocativa, sexual e incluso ligeramente andrógina, con un talento descomunal tanto en su modulación vocal como en su escritura musical, definió el estilo de su combo como “love metal” por el carácter sensual, romántico y hasta sensiblero de sus letras lacerantes. En 1997 editaron su opera prima, Lovesongs Vol. 666 y no sería descabellado decir que establecieron los cánones a seguir, de una manera u otra, por el resto de coetáneos que iluminaron las noches de Finlandia a base de adictivas melodías de profundidad estoica. Más ilusionados con el glam, no decepcionaron con su doom inmerso de incisión no lesiva, lo que excitaba ante lo novedoso de su oferta y no ahuyentaba al sexo femenino que encontraba en Valo a otro sex symbol al que rendir pleitesía. Con su segundo plástico, Razorblade Romance se consagraron entre el vulgo subiendo como la espuma y permitiéndose el lujo de comercializar su sonido de manera ostensible, hecho que persiguió al quinteto hasta su excelente Venus Doom de 2007, más puro de concepción y que dejó el listón demasiado alto para sus últimas obras, Screamworks: Love In Theory And Practice (2010) y Tears On Tape (2013), donde volvieron a pecar de cierta vanidad lucrativa.

HIM – Right Here In My Arms

Charon se sumaron a esta lista de fenómenos coincidentes pero de diversas improntas donde, en la equidistancia entre unos y otros, su trabajo se mantuvo más o menos constante y atractivo hasta que ellos mismos reconocieron que no tenían nada más que aportar al panorama y se separaron; todo un ejemplo a seguir. Se formaron en 1992 y no fue hasta 1998 cuando editaron su primera larga duración titulado Sorrow Sorrowburn, un disco más convencional en su tratamiento entre el gótico y el metal que se fue refinando hasta su tercer disco, su obra culmen, Downhearted, donde el single “Little Angel” los puso en la primera división de toda Europa. Dos discos más, The Dying Daylights (2003) y Songs For The Sinners (2005), dejaron el pabellón bien alto y una carrera austera que cobra mayor dimensión ante su negativa de pervertir su legado. Otro de los nombres más destacables de este movimiento en constante réplica fue Entwine, algo más desconocidos para el respetable general pero no por ello menos importantes. También ellos provenían del death y las limitaciones que la brutalidad imponía al desarrollo de su melancolía fueron el detonante para renovar su formación en busca de un equipo más completo, más práctico. ¡Y vaya si lo consiguieron! Con su demo Divine Infinity llamaron la atención de propios y extraños en su mezcolanza, plasmada definitivamente en su debut The Treasures Within Hearts (1999), de The Gathering, los Paradise Lost menos extremos y la evocación HIM que se entrelazaba con unas voces, masculina principal/ femenina corista, nada abrasivas. Tras cambiar de vocalista con un mayormente consistente Mika Tauriainen lanzaron al mercado Gone acaparando la atención de los grandes medios, fomentándose un reconocimiento en aumento que, aunque no pasara del notable, los mantuvo en boca de los incondicionales del estilo hasta que Chaotic Nation de 2015 estableció un hiato continuado que perdura hasta el día de hoy. A veces, cuando rescato sus obras en mi reproductor, sigo percibiendo que desde ligeras pinceladas de Time Of Despair (2002) y sobre todo en su continuación DiEversity (2005), su horizonte tenía más en común con el post grunge americano de lo que cabría esperar de ellos.

Un grupo de hard rock llamado Mary-Ann, tras 6 años de andadura y dos demos E.P., reconsideran su afición y, cambiando de nombre a To/Die/For, casi de forma instantánea al editar su primera colección de canciones en clave metal clásico de apurada angustia, agasajada con teclados muy acentuados, se posicionan, en 1999, como regeneradores de la corriente estilística de moda en Finlandia, alcanzando el estado de culto. Si All Eternity ya funcionó de aquella manera, con Epilogue, tan solo dos años más tarde, tendrían a la comunidad comiendo de su mano. Dada la rapidez de su ascenso y su circunscripción tan precisa a su modo de entender la música, los altibajos en su carrera han sido una constante hasta que en 2015 publicaran su último disco Cult. Como curiosidad, en 2013 fueron llamados por Mägo De Oz para que tocaran en su Celtic Land donde hicieron lo propio en el tema “Diabulus In Musica 2.0”. Poisonblack vieron la oscuridad del día y el anhelo de la nocturnidad cuando el vocalista de Sentenced, Ville Laihiala, se enfundó su guitarra para crear otro grupo donde desenvolverse de forma más creativa y ofertar su personal visión del metal gótico. Contando con el vocalista de Charon, Juha-Pekka Leppäluoto, su primera edición, Scapexstacy de 2003, supuso el punto más caliente de toda su carrera. Un disco soberbio que sobresalió por su carácter íntimo y comercial, pero que, tras la marcha del vocalista, dejó a Ville como “frontman” lo que se atendió como una sucesión de Sentenced, a lo cual no le faltaban razones por lo obvio de sus conexiones. Tras una serie de buenos trabajos cerraron su continuidad en 2015, hasta anunciar su regreso de 360 grados en 2023 para girar con su vocalista original, por lo que siguen en la brecha haciéndose de rogar por un nuevo lanzamiento con esta dupla de maestros. Evidentemente hubo más bandas como Negative, For My Pain…, e incluso agrupaciones consagradas como Amorphis que se empaparon de este ambiente e introdujeron en ciertos temas los patrones básicos del género, pero, principalmente los nombres más representativos fueron los expuestos.

To/Die/For – Like Never Before

La influencia del pop y rock tradicional

Como nota curiosa, cabe destacar la influencia que el pop y el rock tradicional tuvieron para alguna de estas alineaciones, fetiche que aparte de manifestarse en trazos de sus composiciones también se evidenciaba en la multitud de versiones que se realizaron como complemento a los temas propios de sus álbumes. Si bien H.I.M. hicieron tan propia como visible para el resto del mundo “Wicked Game” de Chris Isaak o nos inquietaron sobremanera con el imponente “Don´t Fear The Reaper” de Blue Öyster Cult, To/Die/For realizaron lo propio con “It´s A Sin” de Pet Shop Boys o “In The Heat Of The Night” de Sandra y que incluso fue single y video por el que se dieron a conocer. Ellos también cubrieron expediente con “Passion Rules The Game” de la etapa más comercial de Scorpions o el inmortal “(I Just) Died In Your Arms Tonight” de Cutting Crew, así como Entwine lo hicieron con “Tears Are Falling” de Kiss incluido en el ochentero Asylum. Sentenced reverenciaron a The Animals con “House Of The Rising Sun” y así, tanto seguidores como especialistas caza tesoros de pista de baile encontraron dopaje adicional para placeres no culpables…

Entwine – Tears Are Falling

Spine Farm Records

Ubicado en Helsinki, este sello discográfico de capital importancia para el artículo que nos ocupa, nació en 1990. También desarrolló un sub sello denominado Spikefarm Records en 1999 con el compromiso de Sami Tenetz de la banda Thy Serpent. Desde 2002 Spinefarm funciona como una empresa independiente a pesar de estar englobada en Universal Music Group. Han militado en sus filas bandas internacionales tan insignes como Dark Tranquillity, Bullet For My Valentine, Satyricon, Airbourne, Refused, Nonpoint o Within Temptation, pero su apoyo a la escena finlandesa y al metal gótico ha sido capitular habiendo dando cabida a Nightwish, For My Pain…, Amorphis, Charon, To/Die/For, Ville Valo, Tarja Turunen, Sentenced, Sinergy, Tarot o Sonata Arctica, casi nada… Estas son las pruebas y a los hechos me remito señorías, Finlandia se atrevió a dar un paso adelante y rellenar los huecos que quedaban libres para que los y las “metalheads” de carácter más taciturno tuvieran un micro cosmos por el que surcar sus aventuras y desventuras emocionales.

By J.A.Lux

Amante y coleccionista de música, adorador del Rock y Metal en todas sus vertientes. Apasionado del celuloide y más si es de terror. Defensor irreductible de la cultura, siempre dispuesto a debatir y colaborar para su progreso.

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